El miercoles se trataron y aprobaron en la Càmara de Diputados tres proyectos sobre la reforma Judicial, especìficamente aquellos que hacen a la transparencia y publicidad en el ejercicio de ese Poder.
El primero sobre ingreso democrático e igualitario del personal al Poder Judicial de la Nación y al Ministerio Público de la Nación mediante el procedimiento de concurso público obtuvo 133 votos por la afirmativa y 109 por la negativa,
El segundo sobre el carácter público y de libre accesibilidad por Internet a las declaraciones juradas patrimoniales integrales de los funcionarios públicos obtuvo 136 por la afirmativa y 106 por la negativa.
Y el tercero, sobre la obligatoriedad de publicar por Internet todas las decisiones emanadas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, los tribunales de segunda instancia en lo federal de todo el país, incluida la Capital Federal, y la Cámara Nacional de Apelaciones de esta última jurisdicción, obtuvo 140 por la afirmativa y 101 por la negativa.
Los votos afirmativos provinieron del ente Frente para la Victoria, Frente Cívico por Santiago, Nuevo Encuentro,MPN, MPF. Mientras que la UCR, Frente Peronista, Proyecto Sur, PRO, Socialista, Proyecto Sur,Frente Civico.Cordoba, Libres del Sur, Gen y Coaliciòn Civica lo hiceron en contra de todas las iniciativas.
Discurso del Diputado Agustin Rossi
"Sr. Rossi.- Señor presidente: llegamos al final de esta sesión que no significa al final del debate, porque seguramente la semana próxima seguiremos analizando en términos integrales este desafío que la señora presidenta de la Nación transmitió al conjunto de los argentinos.
Nosotros reivindicamos este desafío desde todo punto de vista, sobre todo, con esa profunda vocación y decisión que tiene la señora presidenta a la hora de abordar los temas que, a nuestro criterio, merecen estar en la agenda pública de los argentinos. La señora presidenta de la Nación acuñó el término “democratizar la Justicia”. Más precisamente, lo hizo suyo al otro día de haberse conocido aquel ignominioso fallo de la Justicia tucumana en el caso Marita Verón. Todos nos acordamos de dicho fallo. Los imputados por el delito de trata quedaron liberados por una decisión de la Justicia tucumana.
Recuerdo las expresiones de la señora presidenta, quien dijo si nos acordábamos del asesinato del soldado Carrasco. Dicho asesinato trajo como consecuencia una serie de modificaciones en estructuras peculiares como el Ejército Argentino y las fuerzas armadas argentinas.
Entre otras cosas significó la posibilidad de terminar con el servicio militar obligatorio.
Como en otras oportunidades, la señora presidenta dijo que quizás todo esto era una oportunidad. Una oportunidad, ¿para qué? Para darnos la posibilidad de debatir un tema que los argentinos hemos debatido poco y decidimos mucho menos en estos treinta años de democracia.
¡Qué buena manera de festejar estos treinta años de democracia, dándonos un debate pendiente! ¿Qué Poder Judicial queremos? ¿Qué justicia queremos? ¿Qué jueces queremos?
En estos treinta años de democracia, todos los sectores políticos y sociales fuimos interpelados y obligados a debatir sobre nuestro rol y funcionamiento. Esto ocurrió con los dirigentes políticos, con los legisladores, los funcionarios de los poderes ejecutivos, los dirigentes empresarios, los empresarios en sí mismos, los dirigentes sindicales y hasta los periodistas. Todos han sido interpelados por esta sociedad en los últimos años.
De lo único que no se ha hablado con profundidad en la Argentina fue del Poder Judicial, porque siempre se abortaba cualquier intento de generar algún tipo de reflexión o de debate sobre su funcionamiento, con esta resabida recurrencia a la independencia del referido poder.
Poco sabe la sociedad del Poder Judicial; incluso estuvo orillando una contradicción y una tensión en este recinto que nosotros no compartimos. Queremos un Poder Judicial independiente; no queremos un Poder Judicial elitista. Queremos un Poder Judicial independiente, pero no queremos un Poder Judicial oscurantista. Queremos un Poder Judicial independiente, pero también un Poder Judicial comprometido con nuestro país, con la sociedad y fundamentalmente con el conjunto de los argentinos. Es falsa esa contradicción y esa tensión que se quiere generar para llevar adelante.
Me queda la sensación de que cada vez que intentamos avanzar o bajar del pedestal al Poder Judicial, aparece la coraza que impide dar cualquier tipo de debate. Quizás estamos hablando de la totémica independencia del Poder Judicial.
“Como el Poder Judicial es independiente, no hablemos de él, no toquemos nada, no cambiemos nada, que las cosas queden como están.” Y las cosas están mal. Este es el problema.
Precisamente como las cosas estaban mal, nosotros nos animamos a llevar este debate adelante luego de la convocatoria de la señora presidenta. Esto es lo trascendente.
Sinceramente esperábamos una respuesta distinta. Estamos acostumbrados en el oficialismo a llevar adelante debates tensionantes en la sociedad argentina.
Néstor y Cristina han sido presidentes que no han estado para mantener el statu quo en cualquier lugar si la situación que se vivía estaba mal. No han tenido miramientos a la hora de tomar riesgos, si era necesario tomarlos, para llevar adelante debates que modificaran las situaciones que nosotros creemos que son factibles de ser modificadas para mejorar determinados aspectos de la vida social de los argentinos. Pero no esperábamos ‑o por lo menos yo no esperaba- respuestas de estas características.
Como síntesis de las respuestas que hemos recibido a este debate al cual ha invitado la presidenta permítanme leer un pequeño párrafo del editorial del diario La Nación del domingo pasado. Dice así: “Hacia un totalitarismo bajo el ropaje democrático. A la vista de todo el mundo el gobierno lleva a cabo en estos días un verdadero golpe institucional que una vez consumado se traducirá en el peor avasallamiento de la sociedad y las instituciones desde la recuperación de la democracia”.
No sé qué diputado opositor hablaba de las palabras. Hay que ser cuidadoso con el uso de las palabras. Recuerdo que cuando debatimos en el Congreso en febrero de 2006 la reforma del Consejo de la Magistratura el señor diputado mandato cumplido Vanossi dijo “Esta reforma es equiparable al Estado de sitio”, y yo le dije “Mire, diputado, mañana usted va a salir a la calle y no va a haber Estado de sitio”. Y mañana los argentinos van a salir a la calle y van a seguir existiendo las libertades individuales, las libertades colectivas, la vigencia de los derechos humanos y todas las garantías que prevé la Constitución para la democracia. Lo que estamos haciendo es llevar adelante un debate, y está mal tratar de abortarlo etiquetándolo de la manera más descalificante posible. Eso les impide llegar a abordar la cuestión desde un lugar relativamente edificante.
Hemos escuchado críticas acerca de la metodología. ¿Hay algún tipo de cuestión metodológica más invalidante que la actitud de la oposición, que sin saber de qué se trataban los proyectos que iba a enviar la presidenta al Congreso adelantaba su negativa en la votación de cada uno de esos proyectos? Ese fue el escenario previo que creó la oposición para llevar adelante este debate.
Exigen debate y cuando hay debate deciden –por suerte esta vez los del error fueron los senadores‑, como otra vez han hecho en esta Cámara de Diputados, en lugar de sentarse a debatir, levantarse y dejar la banca vacía en el momento de dar el debate que tienen que dar. Esto es invalidante, de la misma manera que lo es la calificación y el etiquetado. Algunos diputados recién dijeron: “No lo votamos porque no creemos”, “No lo votamos porque no confiamos”, “No lo votamos porque sospechamos”, o sea que ni siquiera lo votan por el fondo del proyecto que estamos tratando.
Más allá de la intencionalidad y de la oralidad del discurso, el voto marca una actitud política. Entonces, votar en contra es seguir votando para que las declaraciones juradas de los jueces permanezcan en un sobre cerrado y ningún argentino tenga posibilidad de verlas. (Aplausos.)
Votar en contra significa mantener el espíritu elitista del Poder Judicial no sólo en los jueces y camaristas sino también en los empleados que ingresan a ese poder. (Aplausos.)
Y votar en contra también significa no pedirle al Poder Judicial que tenga un sistema informático para que cualquier argentino pueda acceder y conocer el estado procesal de cada una de las causas. (Aplausos.)
Sr. Rossi.- En general siempre han planteado debates en la Argentina que generan tensión. Muchas veces me ha pasado con algunos diputados opositores o dirigentes opositores que me dicen ‑obviamente en privado, no en público‑: “¿Para qué se metieron con esto si venían tranquilos?” También lo dejaron soslayar cuando tuvo lugar el debate sobre el memorándum de entendimiento con la República Islámica de Irán. Nosotros nos metemos porque tenemos profunda voluntad de cambiar las cosas que creemos que podemos y que se deben cambiar en la Argentina. Lo que no nos perdonaríamos a nosotros mismos como dirigentes políticos es ver que hay algo que se debe y puede cambiar y no hacerlo solamente por comodidad, y menos aún por algún tipo de temor.
No hay que tener temor. No vayan a creer que aquello que decía el viejo Vizcacha es verdad. Lo voy a leer para que lo recuerden: “Hacete amigo del juez, no le dés de qué quejarse; y cuando quiera enojarse vos te debés encojer, pues siempre es güeno tener palenque ande ir a rascarse". (Aplausos.)
Sr. Rossi.- Estas son las cosas que estamos discutiendo: cómo nos paramos ante la realidad y ante la sociedad.
Quiero decirles, señor presidente, que también me pasan otras cosas. Ustedes se enojan cuando nosotros reivindicamos a nuestra presidenta, pero al menos permítannos sentir un enorme orgullo por la presidenta y jefa política que tenemos. (Aplausos.)
Cuando nosotros decidimos enviar a este Congreso de la Nación el proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual, lo hicimos a sabiendas de los desafíos que asumíamos. Y sabíamos claramente que íbamos a tener que aguantar durante muchísimo tiempo la diatriba y la descalificación permanente de los principales medios de comunicación el país. Pero lo hicimos de todas maneras porque estábamos convencidos de que ese era el camino. Y muchísimos de ustedes me dicen en privado: “El costo lo pagan ustedes, pero cuando esté en plena vigencia la ley de medios, el beneficio va a ser para todos.”
Sr. Rossi.- Entonces, ya conocemos la decisión política que tienen tomada, pero podríamos aprovechar esta situación para intentar que la semana que viene el debate sea un poquito más edificante y discutamos sobre la cuestión de fondo. ¿Por qué tanto miedo a la voluntad popular si lo único que estamos pidiendo es que sobre un organismo político como el Consejo de la Magistratura puedan votar absolutamente todos los argentinos? (Aplausos.) ¿Cómo un político democrático va a pararse frente a los argentinos para decirles: “¡No, no quiero que ustedes voten, no están capacitados para votar, no les pertenece, no tienen el derecho de votar, los únicos que tienen el derecho de votar son los abogados y los magistrados!”
¿Esa es la democracia que queremos construir? Esa no es la democracia que queremos construir. (Aplausos.) La democracia que queremos construir es absolutamente distinta.
Seguramente la semana que viene vamos a discutir sobre estos temas. Lo que estamos haciendo es tratar de darle legitimidad popular y no legalidad corporativa a un organismo tan importante como es el Consejo de la Magistratura. ¿Qué otra cosa significa si no es alimentar los rasgos corporativos del Poder Judicial, que a los abogados los elijan los abogados, que a los jueces los elijan los jueces, si a los únicos que tienen que responder y dar cuenta es a los que los eligen? Y los que los eligen son sus propios pares.
Entonces, ¿cómo hacemos para dar a ese Poder Judicial independencia y legitimidad si todos sabemos que ha funcionado como lo ha hecho durante todos estos años? La calificación de aristocratizante es a un estilo de funcionamiento; no invalida a quienes lo integran en términos individuales. Sí describe el funcionamiento de una corporación.
Cualquiera que ingresa a esa corporación, por más que quiera modificar su funcionamiento se le hace absolutamente imposible por el peso que tiene el sentido corporativo. Nosotros tenemos que reivindicar aquel concepto que se introdujo en la reforma del 94 que fue el Consejo de la Magistratura.
En ese momento los constituyentes pensaron que era el mejor mecanismo para mejorar el proceso de selección de los jueces, pero no pensaron que ese mecanismo iba a acentuar los rasgos corporativos del Poder Judicial. Entonces, manteniendo el mecanismo hay que darle legitimidad popular para que el proceso de selección de los jueces tenga el mayor grado de legitimidad popular y que no siga sucediendo que el Consejo de la Magistratura continúe generando los peores aspectos del Poder Judicial, que queremos cambiar.
Hay que preguntarse qué persigue el lenguaje crítico de las sentencias. Persigue que el conjunto de los legos no lo entienda y que sea difícil acceder. Uno de los objetivos que planteamos en la reforma de los Códigos Civil y Comercial fue que el lenguaje fuese más llano para que el conjunto de los ciudadanos conozca sus derechos y pueda acceder al servicio de Justicia.
Entonces lo que hay que hacer es producir una trasformación profunda, y a esto estamos invitándolos, para que den el debate correspondiente. Entonces, no hay que escudarse en la idea de que está todo mal, todo negativo y que lo único que hacemos es tratar de quedarnos con el Poder Judicial.
Lo mismo dijeron en la reforma del año 2006; por eso impulsaron una contrarreforma en el 2010. Y fíjense cómo quedó esa acusación de que nos queríamos quedar con el Poder judicial en el 2006. Lean el fallo de hoy de la Cámara.
La verdad es que nada de eso fue. El proyecto de 2006 tiene el mismo sentido y la misma dirección que éste, que es darle mayor legitimidad popular. Por eso pusimos a los representantes con legitimidad popular con una mayoría dentro del Consejo de la Magistratura, y no como era anteriormente que las mayorías estaban por fuera de los representantes de legitimidad popular.
Entonces me parece, y es la invitación que hago, que nosotros tendríamos que debatir la semana que viene con un espíritu más constructivo. No se escondan en la descalificación. Opinen sobre las cuestiones de fondo.
Todos sabemos que el gobierno de las cautelares que quedan vigentes años tras años tras años implica que ese instituto jurídico esté desvirtuado. La cautelar que permanece fija en el tiempo significa implícitamente una definición sobre la cuestión de fondo y transforma absolutamente el funcionamiento del Poder Judicial.
Hay una iniciativa. Lo que no se puede hacer es descalificarla en términos absolutos sin siquiera haberla estudiado ni opinado sobre la cuestión de fondo.
Nosotros tenemos una idea, que es con la que venimos a este debate. Vuelvo a decir que este debate sobre el Poder Judicial merecía una discusión más edificante. Tenemos oportunidad de hacerlo la semana que viene. No hay que tenerle miedo a las reformas ni a la voluntad popular.
Algunos nos dijeron que iban a ganar las próximas elecciones parlamentarias. Entonces, ¿qué les preocupa? ¿Qué los consejeros sean electos por voto directo? Si van a ganar las elecciones...
No le tengan miedo al pueblo.
Lo único que no se puede hacer es tenerle miedo al pueblo. El pueblo no se equivoca. Y si se equivoca, es mejor que se equivoque el pueblo a que acertemos nosotros con minorías calificadas.
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