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Diputados: Aprobaciòn de los proyectos sobre el Consejo, Cautelares y Casación. Discurso de Rossi y la Diputada Còrdoba.

La Càmara de Diputados aprobó esta madrugada, con 130 votos a favor, la reforma del Consejo de la Magistratura, que serà tratada en Senado la próxima semana. Tambièn se conviertieron en Leyes, el proyecto de regulación de medidas cautelares y la Creaciòn de Camaras de Casaciòn, con 126 votos positivos. 

Consejo de la Magistratura: Discurso del Diputado Rossi. 

Sr. Rossi.- Señor presidente: empezamos a tomar conciencia de este debate a partir de una serie de reflexiones públicas de la señora presidenta de la Nación. Quizás la más importante, clara y contundente fue la expresada al otro día de haberse conocido el fallo de la Justicia tucumana en el caso de Marita Verón. Todos nos sentimos consternados por ese fallo, la presidenta así lo expresó y convocó a los argentinos a llevar adelante un debate sobre qué Justicia queríamos, qué tipo de jueces queremos y qué Poder Judicial necesita la Argentina. Estamos por cumplir treinta años de democracia, y en este lapso la Argentina ha tenido diferentes debates en los que, en mayor o menor medida, todos los sectores políticos y sociales fueron sujetos de ser interpelados. De este modo, fueron interpelados los políticos, los legisladores, los funcionarios del Poder Ejecutivo, los empresarios, los dirigentes, los gremialistas, y últimamente, por una fuerte decisión de nuestra presidenta, también fueron interpelados los periodistas. De lo único que no se ha hablado durante estos años fue del Poder Judicial. Cada vez que se quería hablar del Poder Judicial, interpelarlo o insistir en alguna mirada, el autor de la iniciativa era estigmatizado por tener intenciones de limar o delimitar la independencia de dicho poder. Detrás de la independencia del Poder Judicial, de manera totémica, abortaron todos los intentos anteriores de discutir sobre su rol. Por suerte, estamos acompañando este fuerte impulso que esta vez dio la presidenta a través de estas seis iniciativas que, a mi criterio, recogen seis valores nobles: transparencia, tres de ellas; agilidad, otras dos, y legitimidad popular, la que estamos discutiendo en este momento en la Cámara de Diputados. Todos los señores diputados han dicho que estamos discutiendo de qué manera podemos mejorar, a partir del diseño de la forma de elección de los consejeros, el grado de legitimidad popular del Consejo de la Magistratura, órgano que fue introducido en la reforma de 1994. A veces me causa gracia que todos hablan de la reforma de 1994 como si la política no hubiese existido, y la verdad es que la reforma de 1994 fue consecuencia de una gran negociación política entre dos dirigentes políticos predominantes de la época: Menem, que buscaba la reelección, y Raúl Alfonsín, que buscaba en teoría atenuar algunos efectos no deseados. En ese concepto de atenuar determinadas circunstancias surgió la idea de introducir el Consejo de la Magistratura para mejorar la selección de los jueces y la vigilia sobre su comportamiento y el Poder Judicial. Esta fue la génesis. Es decir que pasamos –como decía el otro día el ministro de Justicia de tener un Poder Judicial que era designado por dos poderes elegidos democráticamente, con votación popular, como el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo en interacción, a tener un Poder Judicial en donde además de esa interacción aparecía como filtro o como intermediación el Consejo de la Magistratura. No fue un debate fácil el del Consejo de la Magistratura. Había una decisión política de dos dirigentes políticos de imponerlo; por eso estaba en el Núcleo de Coincidencias Básicas. Yo he dicho en el debate de 2006, y lo ratifico ahora, que los documentos preliminares del Consejo de Consolidación de la Democracia, que presidía Carlos Nino, desaconsejaban la introducción del Consejo de la Magistratura para el esquema jurídico que tenía la Argentina. Hubo una decisión política a la cual se acomodó nada más y nada menos que la Constitución Nacional. Estas cosas también hay que decirlas, porque si no parece que la Constitución del 94 surgió de algún otro lugar. No: surgió de un acuerdo político, de una decisión política que se impuso y después se consolidó electoralmente en forma definitiva. 
En el propio debate llevado a cabo en la Convención Constituyente del 94 se encontraron las diferencias. Por algo no quedó plasmado en el texto constitucional ni la forma de elección ni la cantidad de miembros que debía tener el Consejo de la Magistratura. Se hizo referencia al equilibrio y a los distintos estamentos. Nada se decía de ninguna de las cuestiones a las que hacía referencia anteriormente. Se delegó en el Congreso, que tardó tres años, si no me equivoco desde 1994 hasta 1997 , para sancionar la primera ley constitutiva del Consejo de la Magistratura, ley que como todos saben tuvo una reforma en el año 2006. O sea que el debate no fue fácil ni en el origen ni en el tiempo que les llevó a los legisladores ponerse de acuerdo para sancionar una ley constitutiva del Consejo de la Magistratura en el año 1997. Con respecto al diseño de aquel objetivo que perseguía fundamentalmente mejorar la selección de los jueces habida cuenta de que la Justicia federal había crecido de manera importante, que se necesitaban mecanismos más especializados para llevar adelante una tarea cotidiana y que no tenía que quedar solamente en cabeza del Poder Ejecutivo ni del Poder Legislativo –siendo el Poder Legislativo solamente el Senado , recuerdo que hasta el 94 los senadores eran mayoritariamente elegidos en forma indirecta por las Legislaturas de cada una de las provincias. Recuerdo también que hasta el 94 no había minorías en cada una de las provincias, o sea que cada provincia tenía la representación de dos senadores exclusivamente por la mayoría. Se diseñó el Consejo de la Magistratura y en esa búsqueda del diseño lo que se terminó haciendo fue fortalecer los rasgos más corporativos del Poder Judicial. Nosotros no queremos que el Poder Judicial sea una corporación, pero no podemos negar los rasgos corporativos que tiene. ¿Qué acentuó esos rasgos corporativos? Al respecto podemos decir que el carácter endogámico del Poder Judicial se vio fortalecido por la aplicación del instituto del Consejo de la Magistratura. Con el objetivo de atenuar esos efectos, si se quiere no deseados, la presidenta de la Nación, entonces senadora, planteó en diciembre de 2005 una modificación del Consejo con el mismo espíritu que hoy perseguimos acá. El espíritu presente en esa modificación impulsada en 2005 que se terminó aprobando en esta Cámara en 2006, apuntaba a dar preeminencia a la legitimidad popular sobre la legalidad corporativa. Así, constituimos un Consejo de la Magistratura en el que había siete miembros que contaban con legitimidad popular -seis del Parlamento y uno del Poder Ejecutivo- y seis que tenían legalidad corporativa. También es cierto que se estableció una mayoría agravada de dos tercios. En este sentido, debemos reconocer -de lo contrario no estaríamos diciendo la verdad- que las mayorías agravadas -como la que implica la exigencia de los dos tercios- genera minorías privilegiadas. Digo esto porque un tercio de los miembros de determinado cuerpo colegiado puede inhabilitar su funcionamiento. Los dos tercios obligan al consenso, pero el tercio bloquea. Cuando ese bloqueo se convierte en una práctica continua y consuetudinaria, inmoviliza el funcionamiento del cuerpo colegiado. Por lo tanto, lo que hoy queremos hacer es seguir el camino que iniciamos en 2006. Queremos profundizarlo tratando de eliminar, atenuar, disminuir o aminorar los rasgos corporativos del Poder Judicial. Por esa razón, hemos decidido que los consejeros magistrados, los consejeros abogados y los consejeros académicos sean elegidos por la voluntad popular. Huelga decir que resulta incomprensible que un político democrático defienda el voto calificado antes que el voto popular. Es incomprensible que algunos vengan acá a defender el voto de setecientos, de trescientos o el de diez mil por sobre el voto de veinte millones de argentinos. (Aplausos.) 

Sr. Rossi.- Señor presidente: decía que tal como lo expresó el señor ministro en su brillante, excelso, maravilloso y contundente informe... (Risas y aplausos.) ...en la reunión plenaria presidida brillantemente por la diputada Diana Conti... (Aplausos.) ...esa es la tendencia que están persiguiendo todos los consejos de la Magistratura europeos, que es el modelo en el que nos fijamos para crear nuestro propio Consejo. La tendencia es exactamente la misma: limitar el poder corporativo y darle mayor injerencia a la voluntad popular. Hoy alguien preguntó cuáles son los beneficios de esta reforma. Lo cierto es que tendremos un beneficio directo, porque el pueblo argentino va a conocer quiénes son los consejeros que integran el Consejo de la Magistratura, porque estarán obligados a buscar legitimidad. Estar obligados a buscar legitimidad popular significa que tendrán que decir qué fallos tuvieron, cuál es la jurisprudencia que sentaron y cuál es su trayectoria profesional, como cada uno de nosotros hace cuando se presenta en una elección. Salvo los especialistas en el tema, si hoy pidiera a los diputados que reciten de memoria los nombres de los trece integrantes del Consejo de la Magistratura seguramente ninguno llegaría a mencionar cinco. Ni nosotros sabemos los nombres de quienes integran el Consejo de la Magistratura. Por eso el primer beneficio directo será el conocimiento. Quiero destacar además otro beneficio que en realidad es un derecho que trae esta modificación. Me refiero a aquella que permite que la elección de los consejeros jueces y los consejeros abogados incluya la obligatoriedad de cumplir con el cupo femenino. (Aplausos.) En todos estos años de existencia del Consejo de la Magistratura hubo una sola mujer jueza; las únicas mujeres que lo han integrado han sido las que propusimos desde el Poder Legislativo. Por medio de esta modificación en el Consejo de la Magistratura obligatoriamente habrá mujeres juezas y abogadas administrando y tomando decisiones en ese organismo. (Aplausos.) Como la elección es similar a la de los senadores tampoco entiendo por qué tanta crítica o exigencia de proporcionalidad. ¿Por qué no piden proporcionalidad en la elección de los senadores, en la que también hay mayoría y minoría? Hay una mayoría que saca el 95 por ciento y una minoría con el 5 por ciento, que se distribuye en dos y uno. Es exactamente lo mismo que estamos planteando para la elección de consejeros; obligará a tener uno y uno. La crítica sobre la politización y la partidización sólo la puede realizar quien desconoce cómo funcionan hoy las elecciones de los abogados y los magistrados, que están totalmente partidizadas y politizadas, con acuerdos entre partidos políticos que llevan candidatos de abogados y magistrados que finalmente terminan presentándose en las elecciones con partidos políticos que las reivindican. La única diferencia que nosotros estamos planteando ahora es que en lugar de que los consejeros abogados sean elegidos por 10 mil abogados, los elijan 20 millones de argentinos, y que en lugar de que los consejeros jueces sean elegidos por 700 jueces, los elijan 20 millones de argentinos. Es mentira que la elección de los consejeros del Consejo de la Magistratura no esté partidizada. Quiero utilizar mis últimos minutos –me extendí demasiado en esta primera parte para hacer una última reflexión política respecto a cómo llegamos a este debate. Creo que el clima que generaron previo al debate fue horrible, y fue generado por los principales medios de comunicación opositores a este gobierno, por los principales partidos políticos opositores y por las ONGs, que merecen un capítulo aparte. Vaya mi absoluta solidaridad hacia los doce que en realidad son trece, porque cambiaron a Ibarra por Fortuna diputados que fueron expuestos por esa campaña de las ONGs. (Aplausos.) Esa campaña es de connotación fascista porque miente. Primero, esos doce diputados no son responsables de ninguna votación. Segundo, los responsables de esa votación somos los 257 diputados. Además, es mentira que les preguntaban qué iban a votar; estaban presionándolos para que votaran en contra. Tercero, lo hacían estigmatizando, si votaban en contra eran salvadores de la República, si votaban a favor eran traidores a la patria. Cuarto, ya lo vivimos; el tema de las caritas lo vivimos con la 125, con la nacionalización de las AFJP, y también con la ley de medios. Me extraña y critico fuertemente que ningún dirigente de la oposición haya salido a solidarizarse con estos doce diputados que fueron expuestos maliciosamente por esas ONGs. (Aplausos.) Ustedes también fueron cómplices de esa maniobra. Y digo más, crearon un clima que yo creo que ni siquiera está dirigido a nosotros. Lo que más tristeza me da es que generan un clima tan horrible que inoculan odio al pueblo argentino para un lado o para el otro. (Aplausos.) Son profetas del odio, profetas del odio, (Aplausos.) adláteres del desánimo, correos de malas noticias. (Aplausos.) Tienen que dedicare a construir una propuesta política en base al amor, en base al respeto y en base a la paz. Dejen de agredir, dejen de insultar, dejen de descalificar. (Aplausos.) Se pasan la vida hablando de la República y de las instituciones y cuando llega el momento en que la República o las instituciones van a tomar una decisión que no les conviene se sacan la bandera, la estrujan y la pisotean. (Aplausos.) Respeten a las instituciones, respeten a la República, respeten al Congreso, respeten a la democracia, respeten a la patria. Hay que construir la patria entre todos. (Aplausos prolongados. Varios señores diputados rodean y felicitan al orador.) 

Consejo de la Magistratura: Discurso de la Diputada Stella Maris Còrdoba 

Sra. Córdoba.- Señor presidente: se habla mucho de la necesidad de consenso, pero si hay algo que está en claro y nadie niega es cómo están las cosas hoy en el Poder Judicial. Todos reconocemos que los argentinos nos quejamos de que los delincuentes entran por una puerta y salen por otra; ya sabemos lo que pasó con el caso Marita Verón: la Justicia lenta no es justicia. Miles de expedientes duermen durante años en cajones, salvo que se tenga alguna influencia para moverlos. También sabemos que una parte importante del Poder Judicial defiende intereses corporativos y, por esa razón, desconocemos cuánto ganan, cuántas horas trabajan y cuál es su patrimonio real. Hablamos de un Poder Judicial que nunca ha sido reformado en doscientos años; un Poder del que no se puede ser parte si no se es amigo de un juez. Es cierto que venimos a cambiar el paradigma de la Justicia argentina. Quienes no quieren el cambio son aquellos que pretenden que todo siga igual. Hoy venimos a cumplir con el mandato del artículo 114 de la Constitución Nacional. Me pregunto por qué algunos resisten estos cambios. Digo esto porque por primera vez, proponiendo la ampliación de los miembros y la elección popular de los integrantes del Consejo de la Magistratura, estamos abriendo las puertas de ese poder oscurantista a toda la sociedad argentina, para que pase, opine y decida sobre lo que es suyo. Como ya lo saben quienes tienen algún tema vinculado con la Justicia, ella no es patrimonio sólo de los jueces y los abogados. La oposición menosprecia a nuestra sociedad. Digo esto porque la elección popular y la participación democrática nunca pueden ser perjudiciales para las instituciones de la Nación. Tampoco lo es la participación de quienes están en contra de este proyecto. Pareciera que la oposición le tiene miedo al pueblo. Le tiene miedo a la participación de los ciudadanos en las instituciones; tiene miedo de que el bienestar de la sociedad prime sobre los intereses corporativos de unos cuantos. Me da vergüenza que militantes de partidos otrora populares se sumen al discurso antidemocrático de quienes demonizan a los partidos políticos, cuando según el artículo 38 de la Constitución Nacional, son instituciones fundamentales de la República. ¿Desde dónde se discuten las ideas si no es a través de los partidos políticos? Representantes de partidos políticos que fueron gobierno en la Argentina hoy le temen a las mayorías populares y tratan de instalar la desconfianza. A ellos les quiero recordar que así como hoy traemos a este recinto la reforma judicial, la mayoría circunstancial la hemos utilizado para renovar la Corte Suprema de Justicia, para anular las leyes de obediencia debida y punto final, para promover la reapertura de los juicios por crímenes de lesa humanidad, para incorporar más de 2.500.000 de personas excluidas del sistema previsional, para amparar a cientos de miles de argentinos con la asignación universal, para sancionar la ley de matrimonio igualitario y de trata de personas, para recuperar el patrimonio nacional con la estatización del correo, Aerolíneas Argentinas e YPF, para promover el trabajo y la industria nacional, crear viviendas y universidades. ¿Entonces qué tanto miedo les tienen a las mayorías populares y al Frente para la Victoria? Creo que aquí hay algunos caraduras que fueron gobierno y sacaron el 13 por ciento a los jubilados, promovieron la Banelco y la flexibilización laboral, y ahora le mienten al pueblo argentino. Fueron mayoría en esta Cámara entre 2009 y 2011, y no recuerdo que hayan sancionado una ley que cambiara la vida a los argentinos. Aunque a los gorilas no les guste, el pueblo son los militantes que bajan de los colectivos comiendo un choripán. El pueblo son las madres que cobran la asignación universal. El pueblo son los científicos repatriados. El pueblo son las abuelas y los hijos que recuperaron su identidad. El pueblo son Susana Trimarco y todas las mujeres que luchan contra la trata y la explotación. El pueblo son los compañeros de las fábricas recuperadas y los que hoy tienen viviendas dignas. Todos ellos apoyan esta reforma judicial y también a nuestra presidenta. Pido a los argentinos que no se dejen engañar, que hagan memoria. Algunas caras que hoy estaban en la carpa son las del ajuste, el corralito y el fracaso. A algunos caraduras que hablan de impunidad y llaman inmoralidad política a la participación popular les digo que dan vergüenza defendiendo los privilegios de algunos jueces y las corporaciones para ver si no los meten presos. Sé que el diputado Aguad, que se opone a que se nombren los jueces naturales de la Nación, tiene 600 millones de razones para bancar a las corporaciones y votar en contra de esta reforma. Le quiero decir que prefiero mil veces comerme un choripán con los compañeros que bajan del colectivo antes que aparecer en una foto tomando champán con Menéndez. (Aplausos.) Como decía el general Perón, las decisiones las toma el gobierno en beneficio del pueblo, o las corporaciones en beneficio propio. (Aplausos.)

Transparencia y publicidad del Poder Judicial en Diputados. Discurso de Rossi.

El miercoles se trataron y aprobaron en la Càmara de Diputados tres proyectos sobre la reforma Judicial, especìficamente aquellos que hacen a la transparencia y publicidad en el ejercicio de ese Poder. 
El primero sobre ingreso democrático e igualitario del personal al Poder Judicial de la Nación y al Ministerio Público de la Nación mediante el procedimiento de concurso público obtuvo 133 votos por la afirmativa y 109 por la negativa, 
El segundo sobre el carácter público y de libre accesibilidad por Internet a las declaraciones juradas patrimoniales integrales de los funcionarios públicos obtuvo 136 por la afirmativa y 106 por la negativa. 
Y el tercero, sobre la obligatoriedad de publicar por Internet todas las decisiones emanadas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, los tribunales de segunda instancia en lo federal de todo el país, incluida la Capital Federal, y la Cámara Nacional de Apelaciones de esta última jurisdicción, obtuvo 140 por la afirmativa y 101 por la negativa. 
Los votos afirmativos provinieron del ente Frente para la Victoria, Frente Cívico por Santiago, Nuevo Encuentro,MPN, MPF. Mientras que la UCR, Frente Peronista, Proyecto Sur, PRO, Socialista, Proyecto Sur,Frente Civico.Cordoba, Libres del Sur, Gen y Coaliciòn Civica lo hiceron en contra de todas las iniciativas. 

 Discurso del Diputado Agustin Rossi 

"Sr. Rossi.- Señor presidente: llegamos al final de esta sesión que no significa al final del debate, porque seguramente la semana próxima seguiremos analizando en términos integrales este desafío que la señora presidenta de la Nación transmitió al conjunto de los argentinos. Nosotros reivindicamos este desafío desde todo punto de vista, sobre todo, con esa profunda vocación y decisión que tiene la señora presidenta a la hora de abordar los temas que, a nuestro criterio, merecen estar en la agenda pública de los argentinos. La señora presidenta de la Nación acuñó el término “democratizar la Justicia”. Más precisamente, lo hizo suyo al otro día de haberse conocido aquel ignominioso fallo de la Justicia tucumana en el caso Marita Verón. Todos nos acordamos de dicho fallo. Los imputados por el delito de trata quedaron liberados por una decisión de la Justicia tucumana. Recuerdo las expresiones de la señora presidenta, quien dijo si nos acordábamos del asesinato del soldado Carrasco. Dicho asesinato trajo como consecuencia una serie de modificaciones en estructuras peculiares como el Ejército Argentino y las fuerzas armadas argentinas. Entre otras cosas significó la posibilidad de terminar con el servicio militar obligatorio. Como en otras oportunidades, la señora presidenta dijo que quizás todo esto era una oportunidad. Una oportunidad, ¿para qué? Para darnos la posibilidad de debatir un tema que los argentinos hemos debatido poco y decidimos mucho menos en estos treinta años de democracia. ¡Qué buena manera de festejar estos treinta años de democracia, dándonos un debate pendiente! ¿Qué Poder Judicial queremos? ¿Qué justicia queremos? ¿Qué jueces queremos? En estos treinta años de democracia, todos los sectores políticos y sociales fuimos interpelados y obligados a debatir sobre nuestro rol y funcionamiento. Esto ocurrió con los dirigentes políticos, con los legisladores, los funcionarios de los poderes ejecutivos, los dirigentes empresarios, los empresarios en sí mismos, los dirigentes sindicales y hasta los periodistas. Todos han sido interpelados por esta sociedad en los últimos años. De lo único que no se ha hablado con profundidad en la Argentina fue del Poder Judicial, porque siempre se abortaba cualquier intento de generar algún tipo de reflexión o de debate sobre su funcionamiento, con esta resabida recurrencia a la independencia del referido poder. Poco sabe la sociedad del Poder Judicial; incluso estuvo orillando una contradicción y una tensión en este recinto que nosotros no compartimos. Queremos un Poder Judicial independiente; no queremos un Poder Judicial elitista. Queremos un Poder Judicial independiente, pero no queremos un Poder Judicial oscurantista. Queremos un Poder Judicial independiente, pero también un Poder Judicial comprometido con nuestro país, con la sociedad y fundamentalmente con el conjunto de los argentinos. Es falsa esa contradicción y esa tensión que se quiere generar para llevar adelante. Me queda la sensación de que cada vez que intentamos avanzar o bajar del pedestal al Poder Judicial, aparece la coraza que impide dar cualquier tipo de debate. Quizás estamos hablando de la totémica independencia del Poder Judicial. “Como el Poder Judicial es independiente, no hablemos de él, no toquemos nada, no cambiemos nada, que las cosas queden como están.” Y las cosas están mal. Este es el problema. Precisamente como las cosas estaban mal, nosotros nos animamos a llevar este debate adelante luego de la convocatoria de la señora presidenta. Esto es lo trascendente. Sinceramente esperábamos una respuesta distinta. Estamos acostumbrados en el oficialismo a llevar adelante debates tensionantes en la sociedad argentina. Néstor y Cristina han sido presidentes que no han estado para mantener el statu quo en cualquier lugar si la situación que se vivía estaba mal. No han tenido miramientos a la hora de tomar riesgos, si era necesario tomarlos, para llevar adelante debates que modificaran las situaciones que nosotros creemos que son factibles de ser modificadas para mejorar determinados aspectos de la vida social de los argentinos. Pero no esperábamos ‑o por lo menos yo no esperaba- respuestas de estas características. Como síntesis de las respuestas que hemos recibido a este debate al cual ha invitado la presidenta permítanme leer un pequeño párrafo del editorial del diario La Nación del domingo pasado. Dice así: “Hacia un totalitarismo bajo el ropaje democrático. A la vista de todo el mundo el gobierno lleva a cabo en estos días un verdadero golpe institucional que una vez consumado se traducirá en el peor avasallamiento de la sociedad y las instituciones desde la recuperación de la democracia”. No sé qué diputado opositor hablaba de las palabras. Hay que ser cuidadoso con el uso de las palabras. Recuerdo que cuando debatimos en el Congreso en febrero de 2006 la reforma del Consejo de la Magistratura el señor diputado mandato cumplido Vanossi dijo “Esta reforma es equiparable al Estado de sitio”, y yo le dije “Mire, diputado, mañana usted va a salir a la calle y no va a haber Estado de sitio”. Y mañana los argentinos van a salir a la calle y van a seguir existiendo las libertades individuales, las libertades colectivas, la vigencia de los derechos humanos y todas las garantías que prevé la Constitución para la democracia. Lo que estamos haciendo es llevar adelante un debate, y está mal tratar de abortarlo etiquetándolo de la manera más descalificante posible. Eso les impide llegar a abordar la cuestión desde un lugar relativamente edificante. Hemos escuchado críticas acerca de la metodología. ¿Hay algún tipo de cuestión metodológica más invalidante que la actitud de la oposición, que sin saber de qué se trataban los proyectos que iba a enviar la presidenta al Congreso adelantaba su negativa en la votación de cada uno de esos proyectos? Ese fue el escenario previo que creó la oposición para llevar adelante este debate. Exigen debate y cuando hay debate deciden –por suerte esta vez los del error fueron los senadores‑, como otra vez han hecho en esta Cámara de Diputados, en lugar de sentarse a debatir, levantarse y dejar la banca vacía en el momento de dar el debate que tienen que dar. Esto es invalidante, de la misma manera que lo es la calificación y el etiquetado. Algunos diputados recién dijeron: “No lo votamos porque no creemos”, “No lo votamos porque no confiamos”, “No lo votamos porque sospechamos”, o sea que ni siquiera lo votan por el fondo del proyecto que estamos tratando. Más allá de la intencionalidad y de la oralidad del discurso, el voto marca una actitud política. Entonces, votar en contra es seguir votando para que las declaraciones juradas de los jueces permanezcan en un sobre cerrado y ningún argentino tenga posibilidad de verlas. (Aplausos.) Votar en contra significa mantener el espíritu elitista del Poder Judicial no sólo en los jueces y camaristas sino también en los empleados que ingresan a ese poder. (Aplausos.) Y votar en contra también significa no pedirle al Poder Judicial que tenga un sistema informático para que cualquier argentino pueda acceder y conocer el estado procesal de cada una de las causas. (Aplausos.)
 Sr. Rossi.- En general siempre han planteado debates en la Argentina que generan tensión. Muchas veces me ha pasado con algunos diputados opositores o dirigentes opositores que me dicen ‑obviamente en privado, no en público‑: “¿Para qué se metieron con esto si venían tranquilos?” También lo dejaron soslayar cuando tuvo lugar el debate sobre el memorándum de entendimiento con la República Islámica de Irán. Nosotros nos metemos porque tenemos profunda voluntad de cambiar las cosas que creemos que podemos y que se deben cambiar en la Argentina. Lo que no nos perdonaríamos a nosotros mismos como dirigentes políticos es ver que hay algo que se debe y puede cambiar y no hacerlo solamente por comodidad, y menos aún por algún tipo de temor. No hay que tener temor. No vayan a creer que aquello que decía el viejo Vizcacha es verdad. Lo voy a leer para que lo recuerden: “Hacete amigo del juez, no le dés de qué quejarse; y cuando quiera enojarse vos te debés encojer, pues siempre es güeno tener palenque ande ir a rascarse". (Aplausos.) 
Sr. Rossi.- Estas son las cosas que estamos discutiendo: cómo nos paramos ante la realidad y ante la sociedad. Quiero decirles, señor presidente, que también me pasan otras cosas. Ustedes se enojan cuando nosotros reivindicamos a nuestra presidenta, pero al menos permítannos sentir un enorme orgullo por la presidenta y jefa política que tenemos. (Aplausos.) Cuando nosotros decidimos enviar a este Congreso de la Nación el proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual, lo hicimos a sabiendas de los desafíos que asumíamos. Y sabíamos claramente que íbamos a tener que aguantar durante muchísimo tiempo la diatriba y la descalificación permanente de los principales medios de comunicación el país. Pero lo hicimos de todas maneras porque estábamos convencidos de que ese era el camino. Y muchísimos de ustedes me dicen en privado: “El costo lo pagan ustedes, pero cuando esté en plena vigencia la ley de medios, el beneficio va a ser para todos.” 
Sr. Rossi.- Entonces, ya conocemos la decisión política que tienen tomada, pero podríamos aprovechar esta situación para intentar que la semana que viene el debate sea un poquito más edificante y discutamos sobre la cuestión de fondo. ¿Por qué tanto miedo a la voluntad popular si lo único que estamos pidiendo es que sobre un organismo político como el Consejo de la Magistratura puedan votar absolutamente todos los argentinos? (Aplausos.) ¿Cómo un político democrático va a pararse frente a los argentinos para decirles: “¡No, no quiero que ustedes voten, no están capacitados para votar, no les pertenece, no tienen el derecho de votar, los únicos que tienen el derecho de votar son los abogados y los magistrados!” ¿Esa es la democracia que queremos construir? Esa no es la democracia que queremos construir. (Aplausos.) La democracia que queremos construir es absolutamente distinta. Seguramente la semana que viene vamos a discutir sobre estos temas. Lo que estamos haciendo es tratar de darle legitimidad popular y no legalidad corporativa a un organismo tan importante como es el Consejo de la Magistratura. ¿Qué otra cosa significa si no es alimentar los rasgos corporativos del Poder Judicial, que a los abogados los elijan los abogados, que a los jueces los elijan los jueces, si a los únicos que tienen que responder y dar cuenta es a los que los eligen? Y los que los eligen son sus propios pares. Entonces, ¿cómo hacemos para dar a ese Poder Judicial independencia y legitimidad si todos sabemos que ha funcionado como lo ha hecho durante todos estos años? La calificación de aristocratizante es a un estilo de funcionamiento; no invalida a quienes lo integran en términos individuales. Sí describe el funcionamiento de una corporación. Cualquiera que ingresa a esa corporación, por más que quiera modificar su funcionamiento se le hace absolutamente imposible por el peso que tiene el sentido corporativo. Nosotros tenemos que reivindicar aquel concepto que se introdujo en la reforma del 94 que fue el Consejo de la Magistratura. En ese momento los constituyentes pensaron que era el mejor mecanismo para mejorar el proceso de selección de los jueces, pero no pensaron que ese mecanismo iba a acentuar los rasgos corporativos del Poder Judicial. Entonces, manteniendo el mecanismo hay que darle legitimidad popular para que el proceso de selección de los jueces tenga el mayor grado de legitimidad popular y que no siga sucediendo que el Consejo de la Magistratura continúe generando los peores aspectos del Poder Judicial, que queremos cambiar. Hay que preguntarse qué persigue el lenguaje crítico de las sentencias. Persigue que el conjunto de los legos no lo entienda y que sea difícil acceder. Uno de los objetivos que planteamos en la reforma de los Códigos Civil y Comercial fue que el lenguaje fuese más llano para que el conjunto de los ciudadanos conozca sus derechos y pueda acceder al servicio de Justicia. Entonces lo que hay que hacer es producir una trasformación profunda, y a esto estamos invitándolos, para que den el debate correspondiente. Entonces, no hay que escudarse en la idea de que está todo mal, todo negativo y que lo único que hacemos es tratar de quedarnos con el Poder Judicial. Lo mismo dijeron en la reforma del año 2006; por eso impulsaron una contrarreforma en el 2010. Y fíjense cómo quedó esa acusación de que nos queríamos quedar con el Poder judicial en el 2006. Lean el fallo de hoy de la Cámara. La verdad es que nada de eso fue. El proyecto de 2006 tiene el mismo sentido y la misma dirección que éste, que es darle mayor legitimidad popular. Por eso pusimos a los representantes con legitimidad popular con una mayoría dentro del Consejo de la Magistratura, y no como era anteriormente que las mayorías estaban por fuera de los representantes de legitimidad popular. Entonces me parece, y es la invitación que hago, que nosotros tendríamos que debatir la semana que viene con un espíritu más constructivo. No se escondan en la descalificación. Opinen sobre las cuestiones de fondo. Todos sabemos que el gobierno de las cautelares que quedan vigentes años tras años tras años implica que ese instituto jurídico esté desvirtuado. La cautelar que permanece fija en el tiempo significa implícitamente una definición sobre la cuestión de fondo y transforma absolutamente el funcionamiento del Poder Judicial. Hay una iniciativa. Lo que no se puede hacer es descalificarla en términos absolutos sin siquiera haberla estudiado ni opinado sobre la cuestión de fondo. Nosotros tenemos una idea, que es con la que venimos a este debate. Vuelvo a decir que este debate sobre el Poder Judicial merecía una discusión más edificante. Tenemos oportunidad de hacerlo la semana que viene. No hay que tenerle miedo a las reformas ni a la voluntad popular. Algunos nos dijeron que iban a ganar las próximas elecciones parlamentarias. Entonces, ¿qué les preocupa? ¿Qué los consejeros sean electos por voto directo? Si van a ganar las elecciones... No le tengan miedo al pueblo. 
Lo único que no se puede hacer es tenerle miedo al pueblo. El pueblo no se equivoca. Y si se equivoca, es mejor que se equivoque el pueblo a que acertemos nosotros con minorías calificadas. 

Muy buen discurso de Rossi en el debate de la ley de presupuesto

Sr. Rossi (A.O.).- Señor presidente: voy a tratar de ser reflexivo en los términos en que se pueda y fijar la posición de nuestro bloque frente a todas estas cosas que se están diciendo. Obviamente intentaré no caer en la trampa de que no se discuta el presupuesto. Por eso voy a tratar de utilizar parte de mi tiempo argumentando a favor del presupuesto.
Un diputado preopinante hablaba del debate sobre la resolución 125.
Yo quiero decir algo, porque ése fue un debate que nos marcó a todos, a mí quizás más singularmente. En ese debate hubo, si no me equivoco, cerca de 18 diputados de nuestro bloque que votaron en contra de la posición del gobierno.

Deben haber sido 18 y muchos de ellos están hoy aquí. Nunca se me ocurrió a mí ni a ninguno de los integrantes de nuestro bloque, ni a ninguno de los integrantes de nuestro gobierno, poner un manto de sospecha sobre el voto de cada uno de esos diputados y lo saben los diputados que votaron en contra.

Muchos de ellos al otro día estaban reunidos dentro de nuestro bloque. No hemos tomado ningún tipo de sanción y podríamos haber intentado, hasta para autojustificarnos, diciendo que “se fueron porque les ofrecieron”, “les dieron”, “pusieron la Banelco verde”... No dijimos nada.
Ninguno de los miembros de nuestro bloque opinó en ese sentido. Por supuesto que nos dolió su actitud, pero desde el punto de vista político. Nunca pusimos un manto de sospecha.
Digo algo más, algo que señalé en una de las otras sesiones: si parte de esos diputados que ingresaron por nuestra lista estuviesen hoy sentados en el bloque del Frente para la Victoria, la situación de mayoría en esta Cámara sería absolutamente distinta.

Entonces, cuando hablan de la legitimidad del triunfo del 28 de junio, o de las elecciones del 28 de junio, no se corresponde con la realidad de la legitimidad popular porque la mitad de los que estamos aquí tenemos la legitimidad del 28 de octubre de 2007 y la otra mitad la legitimidad de las elecciones del 28 de junio de 2009.

Entonces, me parece una muy mala práctica política –y lo digo con respeto que cuando se está a punto de perder una votación se busquen justificaciones en cuestiones que no tienen nada que ver con la política.
Cuando nos pasó lo de la 125 aunque todos nos dicen que somos un espacio político no reflexivo, que no tenemos tendencia a la autocrítica, hicimos la autocrítica. Por eso ninguno de los diputados que después se fueron del bloque en diferentes momentos recibieron ningún tipo de discriminación ni sanción del bloque. Se fueron cuando quisieron, por los motivos que quisieron. Sí hicimos la autocrítica de por qué hubo 18 diputados de nuestro bloque que votaron en contra de la posición mayoritaria del bloque en ese proyecto de ley.

Ahora resulta que porque hay diputados que no están, hay sospechas. A nosotros también nos faltan tres diputados propios: uno que estaba sentado, se le murió el padre y se tuvo que volver a Misiones. Me refiero al diputado Llera. Hay dos que están de viaje. Quince días atrás, antes del fallecimiento de Néstor Kirchner, en una reunión de bloque pedimos a todos nuestros diputados que no viajen. Dijimos más: utilicé una palabra más vulgar, diciendo que están todos en cuarentena, de aquí a fines de noviembre para evitar que nos falte un diputado. Hubo dos diputados que se fueron: son viajes personales, no autorizados por la Cámara.
Pero tampoco voy a salir a hacer una persecución pública sobre esos dos diputados ni tampoco voy a decir que hubo alguien que les pagó el viaje para que no estén en esta sesión.

Entonces, me parece que no es la mejor forma política empezar a escudarse del resultado de una votación que la oposición creía ganada; por eso dieron quórum.

Nosotros no engañamos a nadie. A cada presidente de bloque que me llamó –fueron varios los que lo hicieron para preguntarme cuántos votos tenía le dije exactamente lo mismo: “Tenemos 114 votos; 115 con el del presidente”. Desde que se inició la sesión no conseguimos un voto más.
Creo que no hay que victimizarse cuando a uno no le salen las cosas todo lo bien que espera. Las respuestas hay que buscarlas en otro lugar; hay que pensar de otra manera.

Por otra parte, quiero decir con absoluta sinceridad –todos somos dirigentes políticos y llegamos a esta Cámara con nuestra historia y nuestra trayectoria que nadie habla con quien cree que le va a dar como respuesta una negativa contundente. Si se habla con alguien es porque al cruzarlo en algún pasillo pudo haber dicho: “No estoy muy de acuerdo”, “Podríamos flexibilizar” o “Podríamos tener una mirada distinta”.

Esa situación se puede plantear porque uno tiene una relación de amistad, porque se forjan relaciones más cercanas entre diputados de distintos bloques o porque uno tiene más confianza para hablar de determinadas cosas con algunas personas. Pero poner un manto de sospecha sobre lo que ha pasado en esta sesión es una farsa. Lo digo con absoluta tranquilidad y honestidad.

Otro comentario que deseo realizar es sobre el jefe de Gabinete. Uno no puede decir que tiene la verdad absoluta, pero casi aseguraría que no ha hablado con ningún diputado de esta Cámara. Miento; en realidad habló con uno. Fue hace una semana –yo estaba presente y lo hizo para preguntarle qué opinión tenía sobre el presupuesto. Ese fue el tono de la conversación.
En mi opinión resulta absolutamente lógico que el señor jefe de Gabinete llame por teléfono a un diputado para preguntarle qué opina del presupuesto. Personalmente lo hice con la mayoría de los bloques. ¿Cómo no lo voy a hacer si vengo acá a tratar de ganar una votación? ¿Cómo no le voy a pedir a los diputados que se van que vuelvan y a los que no se fueron que se queden? Esta es la lógica de la tarea de cualquier presidente de bloque.

Por lo tanto, creo que nos encontramos ante una fenomenal maniobra para evitar lo que ya dije que quisieron evitar cuando solicitaron el cuarto intermedio, es decir, que se discuta el presupuesto general de la Nación. Nosotros queremos que el presupuesto se discuta y por eso hemos estado presentes a lo largo de esta sesión que lleva más que un tiempo considerable y aspiramos a que se vote en el día de la fecha.
Adentrándonos en el análisis del proyecto debo decir que desde la recuperación de la democracia esta es la primera vez en la que nos encontramos en una situación institucional de este tipo, y eso que ha habido períodos parlamentarios en los que el oficialismo era minoría. Por ejemplo, en el período parlamentario 1987/1989 la Unión Cívica Radical perdió la mayoría que había ostentado desde el año 1983; en las elecciones de 1987 el peronismo había ganado en la mayoría de las provincias argentinas, empezando por la provincia de Buenos Aires y teníamos mayoría en este recinto; la UCR había dejado de tener mayoría.
A mediados del año 1988 el doctor Alfonsín envió el presupuesto de ese ejercicio –en esa época no se enviaban los presupuestos con anterioridad- y pudo tener la cantidad de votos necesarios para que ese presupuesto se aprobara.

En el período 1997-1999, el doctor Menem había perdido las elecciones de 1997, que las había ganado la Alianza, y el Partido Justicialista no tenía mayoría en este recinto. La oposición estaba formada por dos fuerzas políticas: la Unión Cívica Radical y el Frepaso. El último presupuesto de la gestión del doctor Menem se aprobó en 1998, y la Unión Cívica Radical y el Frepaso firmaron el despacho con disidencia parcial para habilitar su tratamiento y que el gobierno del doctor Menem tuviese presupuesto.
En momentos de un gobierno con debilidad institucional, De la Rúa también tuvo su presupuesto. El doctor Duhalde también tuvo su presupuesto.
Siempre se votaron los presupuestos que envió el Poder Ejecutivo. Nunca se modificó una pauta presupuestaria enviada por el Poder Ejecutivo. Siempre se privilegió el hecho de que el rol del Congreso frente al presupuesto general de la Nación es de control y no un rol de gobierno. La elaboración del presupuesto, de esta ley de leyes, de este plan de gobierno es una responsabilidad del Poder Ejecutivo. Se podrá rechazar o no pero lo que no se puede hacer es intentar ponerle al Poder Ejecutivo un presupuesto distinto al que envió. No se puede intentar que la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, gobierne con el presupuesto de la oposición. Es irracional. (Aplausos.) Es institucionalmente ilegítimo. Es constitucionalmente erróneo y lo vengo a decir no como se ha dicho en este Congreso durante tantas veces, que se han generado escenarios para coaccionar a las fuerzas opositoras.

No vengo a decir que si no nos aprueban el presupuesto la Argentina se irá al abismo. No venimos a tratar de debatir el presupuesto en un marco de debilidad del gobierno o de inestabilidad institucional. Al contrario, cuando entre tantas ironías uno analiza los distintos dictámenes de presupuesto, el del grupo “A” y el del diputado Lozano, estos prevén un escenario para la Argentina más optimista que el propio que nosotros proponemos, con indicadores económicos de evolución de las pautas económicas mucho más favorables.

No venimos a decirles que la Argentina está al borde del precipicio y que si no votan el presupuesto la Argentina se cae o tendrá una debilidad institucional. No venimos a decir nada de eso sino que venimos a pedir que nos dejen gobernar. (Aplausos.) Lo único que decimos es “dénnos la herramienta presupuestaria que necesita cualquier presidente, que se la dieron a Alfonsín, a Menem, a de la Rúa y a Duhalde, dénsela a Cristina Fernández de Kirchner”.

¿Por qué no le quieren dar el presupuesto a la presidenta de la Nación? Es lo único que venimos a pedirles. No venimos a pedir la inclusión de una cláusula especial en la Constitución ni ninguna cosa extraña. Venimos a pedir que nos acompañen, que nos faciliten la aprobación del presupuesto, la herramienta del plan de gobierno de la presidenta.
Somos conscientes de nuestro número, somos conscientes de que no tenemos número para aprobarlo por nosotros mismos, pero sabemos que existen formas, que existen maneras para poder facilitar que el oficialismo tenga presupuesto. Si no quieren comprometerse con un voto en general, absténganse, pero permitan que la presidenta gobierne con su propio presupuesto, con el que diseñó ella. ¿Cómo vamos a tener que gobernar nosotros, que ganamos las elecciones y tenemos la responsabilidad de gobernar, que es la de administrar los dineros públicos, con el presupuesto que diseñó la oposición, por mejor que sea? ¡Tenemos que gobernar con el nuestro! ¡Para eso nos votaron! ¡Se lo dieron a todos los presidentes de la democracia y no se lo quieren dar a Cristina!
En verdad lo que veníamos a buscar en esta sesión era encontrar una alternativa parlamentaria que nos permitiese dar a la presidenta la posibilidad de que termine el último año de gestión de su primer mandato con una norma presupuestaria absolutamente genuina y transparente.
Este presupuesto no tiene ninguna otra cosa distinta a los presupuestos de los años anteriores, y tan mal no le ha ido a la Argentina. Yo no pretendo que reconozcan que a la Argentina le ha ido bien, pero tan mal no le ha ido en estos siete años.

En enero, febrero y marzo de este año nos criticaron muchísimo por el dictado de los decretos de necesidad y urgencia por el uso de las reservas. ¡Ahí está incluido en el proyecto de ley de presupuesto el pedido de autorización para usar las reservas para el pago de los servicios de la deuda! ¡Ahí está la cantidad de obras públicas que se han hecho y se están diseñando a lo largo y a lo ancho del país!

En verdad es inentendible la actitud de hoy. Es inentendible la actitud de la Unión Cívica Radical, un partido que ha gobernado, que ha tenido responsabilidades en momentos difíciles, y nunca se quedó sin presupuesto. Es inentendible la actitud de algunos compañeros míos ex gobernadores, que saben lo importante que es tener un presupuesto y lo que significa que hoy le estén negando el presupuesto a la presidenta de la Nación.
Mi bloque de diputados provinciales en la provincia de Santa Fe siempre ha votado el presupuesto del doctor Binner, y por ello hemos recibido críticas de nuestro propio partido. ¡Yo he sido acusado de binnerista para que el gobierno tuviese su presupuesto!

Y venimos acá enfrascados y envueltos en el discurso de la colaboración: queremos ayudar, no queremos poner palos en la rueda, etcétera. ¿Cómo hacemos para creerles que no quieren poner palos en la rueda si no hay nada más fácil que votar el presupuesto a alguien que está gobernando? No hay nada más fácil; no venimos a votar una obra, una ley ni nada que se le parezca. ¡Lo más fácil es votar un presupuesto! ¡Esto se está discutiendo hoy en la Argentina! ¡Esto se está discutiendo hoy en la Cámara de Diputados, señores legisladores! ¡No hay otra discusión! Las otras discusiones son subterfugios. Podrán ganar la votación de la moción de pasar a cuarto intermedio, pero la semana próxima estaremos discutiendo de nuevo esto.

Quiero decir con absoluta claridad que Cristina es la primera presidenta de la democracia que gobierna sin facultades delegadas. El 24 de agosto se cayeron todas las delegaciones de facultades. Todos decían que si se caía la delegación de facultades la Argentina iba a entrar en una crisis. La presidenta me dijo: “No te preocupés, de alguna manera vamos a gobernar”. También me acaba de decir eso hace un rato: “No te preocupés, si sale el presupuesto o no sale el presupuesto de alguna manera vamos a gobernar.”

Estoy convencido de que es una muy mala señal institucional que este Congreso no le de su presupuesto a la presidenta de la Nación. Voy a decir algo que pido no tomen a mal. ¿Cuál era la diferencia o la coincidencia entre la oposición de 1987 a 1989, de la oposición de 1997 a 1999 y la actual? La oposición del peronismo en 1987 pensaba que podía ser gobierno en 1989; la Alianza en 1997 pensaba que podía ser gobierno en 1999, pero me parece que ustedes no creen que puedan ser gobierno el año que viene. (Aplausos.) Entonces, les importa poco la idea de mantener las pautas mínimas macroeconómicas institucionales para que se desarrolle la Nación.

Discurso del Diputado Rossi en el Homenaje a Nestor

Sr. Rossi (A.O.).- Señor presidente: desde el miércoles pasado los días no han sido fáciles para todos nosotros. En mi carácter de presidente de bloque, me ha tocado hablar en incontables oportunidades en el recinto ante distintas situaciones. Nunca por Dios, lo juro creí que me iba a tocar hablar para homenajear a Néstor Kirchner.

Nosotros vivimos todo esto como dijo Cristina, con inmenso dolor. Se nos fue nuestro jefe, nuestro líder político. A los que tuvimos el privilegio de compartir algunos momentos de su cotidianeidad se nos fue un amigo también.
¿Qué son los amigos? Hay distintas formas de definirlos y quizás una de ellas, absolutamente válida por cierto, podría ser que los amigos son aquellos con los cuales compartimos sueños, y Kirchner nos hizo soñar. A nosotros nos hizo soñar, a nuestra generación.
Tengo cincuenta y un años y a quienes están entre los cuarenta y los sesenta seguramente nos devolvió sueños, nos devolvió utopías, nos hizo sentir que aquellas cosas por las cuales en algún momento de nuestra vida empezamos a militar se podían concretar y se podían llevar adelante.
¿Cómo nos hizo soñar nuevamente? Con aquella frase maravillosa que tuvo aquel 25 de mayo de 2003 cuando dijo que no iba a dejar sus principios en la puerta de la Casa Rosada. Decía Kirchner en ese momento: “Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolores y ausencias. Me sumé a la lucha política creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en el puerta de entrada de la Casa Rosada.”
También ese 25 de mayo de 2003 nos decía: “Vengo a proponerles un sueño, que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos.” Y agregaba: “Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, y de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales.”
Los recuerdos brotan como flashes y a borbotones, como a veces brotaban las eses con Kirchner, porque cuando él hablaba brotaban tan fuerte y tan sentidas que parecía que siempre tenía algo contenido para decirnos.

Me acuerdo cuando lo conocí a fines de 2002 en la Casa de la Provincia de Santa Cruz. Se podía divisar la figura siempre alta, imposible de no ver, del flaco Kunkel entre tantos que estaban dando vueltas allí.
No daban bien las encuestas en esa época pero él decía: “Estoy recorriendo todos los pueblos, vamos a andar bien y vamos a ganar y vamos a ir para adelante.”
Nosotros llegamos a él porque en ese 2003 era el único que hablaba con un lenguaje distinto al lenguaje hegemónico de los 90, el único que revalorizaba palabras y sentidos.
Empezó a hablar de militantes nuevamente, dándole un significado al militante. Durante muchos años parecía que el militante era un operador de bolsa. Cuando le iban bien las cosas se decía que andaba bien y cuando no le iban bien se comentaba que no cotizaba en bolsa.
Volvió a darles a las palabras políticas el valor de la transformación, resignificando palabras que no figuraban en el discurso durante tantos años en la Argentina.
Empezó a construir y llegó a ese 25 de mayo de 2003. Nos devolvió sueños y generó sueños en quienes nunca habían tenido posibilidades de soñar.

Durante estos días hemos escuchado a muchos sorprenderse por la presencia de los jóvenes. ¿Quiénes son estos jóvenes? Muchos de ellos, hijos de la democracia, en algún momento en la Argentina abrieron la puerta de su casa y vieron a sus padres decir que habían perdido el empleo.
Estos jóvenes son los que vivieron los despidos masivos, las ollas populares en las puertas de las fábricas, quienes integraron muchísimos grupos que se fueron del país porque todos les decían que no había nada que hacer, que la salida era individual y que si les iba mal era casi por culpa de ellos.
Esos jóvenes sintieron durante muchos años que la política estaba muy lejos de ellos, que era solamente para los políticos, pero Kirchner cambió todo esto, logrando después de muchísimo tiempo humanizar la política.
Ese gesto de abrazarse con cada uno de los que iban a un acto y estaban al lado de él era de entrega. Kirchner no rehuía el contacto físico; por el contrario, disfrutaba de cada abrazo, de cada caricia. Es como que hizo una simbiosis entre la política y el pueblo.
Por eso no fue casualidad lo que vivimos en estos días, no fue generación espontánea. Fue un sentimiento macerado durante años entre los argentinos, que sentían que Kirchner era de ellos, que era uno de ellos, que no los habría traicionado y siempre había ido un poco más adelante que lo que nosotros mismos pensábamos. Se emocionaron como me emocioné yo.

No era diputado nacional sino concejal de Rosario cuando me enteré que entraba a la ESMA y la devolvía a las abuelas, a las madres y a los hijos. En ese momento era injustamente criticado porque Kirchner no creía que la política era un hecho individual. Siempre se sintió parte de una construcción colectiva, de una generación, y cuando entró a la ESMA lo hizo para devolverla a quienes tenían que tenerla.
Hizo tantos gestos, tantos actos de dignidad que nos enorgullecieron. Cuando pagó al Fondo y saldó la deuda estábamos en este recinto, recién asumíamos en el año 2005. Me acuerdo como disfrutó la sesión en la cual sancionamos la ley de matrimonio igulitario. Estaba sentado acá, al lado mío. Cuando terminó me dijo: “Pusimos al peronismo en el lugar en que había que ponerlo. Si queremos construir una fuerza progresista debemos ser capaces de tener incorporadas las demandas de cada una de las minorías de nuestro país.” Durante toda la sesión me decía: “Pensá en los jóvenes cuando hables. Pensá en los jóvenes: ellos van a disfrutar esta ley. No la vamos a disfrutar nosotros. Ellos van a poder vivir en una sociedad más tolerante, en una democracia más igualitaria, en una democracia más participativa.”

Nunca se quebró. No saben ustedes el valor que significa tener un jefe político que no se quiebra, que siempre piensa para adelante y que siempre cree que las cosas van a ir mejor, más cuando ese jefe político está al frente del poder político de la Nación.
En los momentos más difíciles me decía –hablo en primera persona porque siento que tengo que hacerlo así : “Agustín: vamos a andar bien. La Argentina va a andar bien. No te preocupes.”
Los días posteriores al resultado del 28 de junio yo me había tomado una tarea, que no se la comuniqué a nadie, y tampoco a él, que era ir a Olivos, porque sabía que acá se iba a integrar al bloque y yo tenía una gran expectativa respecto de esa experiencia. Yo pensaba que iba a poder aprender, que tener al lado en el bloque a un tipo que sacó a la Argentina del infierno me iba a enseñar muchísimas cosas. Entonces, yo decía “tengo que entenderlo, porque él es mi jefe político; va a estar en el bloque y tengo que adecuarme a esto.” Por eso hice el esfuerzo de ir a Olivos durante muchas semanas y charlar con él. No eran momentos fáciles, como todos ustedes saben.
Nunca me fui de ninguna reunión que tuve con él sin la sensación o el sentimiento de que las cosas iban a andar bien e iban a ir para mejor.

La verdad, compañero jefe, como era mi forma de dirigirme a él cuando hablábamos por teléfono, te fuiste en una estación que no merecía despedirte. Te fuiste promediando la primavera, esa primavera a la cual le pedías en los últimos meses en tus discursos que florezcan mil flores. Seguro que van a florecer en esta primavera, en la próxima, en la que viene y dentro de diez años. Seguro que en cada una de esas primaveras el agua con que las rieguen va a tener el sabor a tu transpiración, va a tener el sabor salado de tu sudor recorriendo cada uno de los pueblos de la Argentina, va a tener el sudor de aquel que siente que se fue haciendo todo, no guardándose absolutamente nada para hacer esta Argentina mejor.

El pueblo te despidió como vos te merecías. No fue espontáneo: fue genuino. En cada lugar de la Argentina hay un argentino agradecido a estos siete años.

Muchas veces me preguntaban en los discursos qué me había pasado en términos personales con Kirchner, y quiero decir algo que nunca pude expresar en un discurso con él presente. Soy hijo de una familia de clase media; mi papá era abogado y mamá docente. Cuando éramos chicos, con Alejandro y mi otro hermano siempre sentimos que nuestros padres nos transmitían la idea de que íbamos a vivir en una Argentina mejor y que nuestro futuro iba a ser mejor, con menos complicaciones que las que ellos habían pasado. Y durante muchos años en nuestro país yo sentía que eso que mis padres me habían transmitido yo no se los podía transmitir a mis hijos. Sentía que mis hijos tendrían un futuro más complicado que el presente que a mí me tocó vivir. Pero Kirchner me devolvió la posibilidad de sentir que mis hijos vivirán en una Argentina mejor que en la que a mí me tocó vivir.

Se fue Kirchner pero nos dejó una Argentina mejor. Se fue nuestro jefe, nuestro líder, pero nos dejó un pueblo mejor que cuando asumió el 25 de mayo de 2003. Se fue él pero su sueño continúa. Como dice Galeano cuando se pregunta qué son las utopías, las utopías se logran caminando. El sueño de Kirchner sigue, nosotros lo vamos a continuar porque el pueblo argentino decidió que su sueño es el propio sueño del pueblo argentino.