El medio es el miedo

El viernes pasado Cristina habló en el marco de una conferencia sobre cuestiones ambientales. Y Específicamente trató los temas de ACUMAR, la paralización de una obra y la actuación sospechosa del Juez Armella.

“ Tal obra debía hacerse en 30 días, en 40 y tenía aterrorizado a todo el mundo. Pero no hay que aterrorizarse, solamente hay que tenerle temor a Dios, y a mí en todo caso también un poquito. Porque la verdad, por lo menos los funcionarios que dependen de mi nombramiento, o sea los que son responsabilidad mía, porque está la responsabilidad del funcionario, pero también está mi responsabilidad porque todos y cada uno de los funcionarios – o por lo menos la gran mayoría – he firmado yo los decretos. Así que notifico solemnemente en este acto, a todo el Poder Ejecutivo, organismos descentralizados, autárquicos y satelitales, si es que los hubiere, que cuando suceden cosas de esta naturaleza, por favor, se comuniquen conmigo para explicarme qué es lo que está pasando. Muchas veces los funcionarios me dicen: “no queríamos molestarla”, miren a mí lo que más me molesta es que no se hagan las cosas, o que se hagan mal”

Pocas horas después, los medios opositores descontextualizaron una frase y encontraron el tema del finde para castigar al gobierno: Esta vez es “el miedo” al que somete Cristina castigando a propios y ajenos.

Clarín y La Nación, desempolvaron con poca originalidad a Maquiavelo con impactantes tìtulos “Se acentúan los síntomas de autoritarismo en el Gobierno” y “El sincericidio presidencial y los corderos cristinistas”

En el caso de Clarín, acompañó ademàs con otras notas del estilo “Receta Cristina: meter miedo y tratar a los grandes como chicos”, “La política de la intolerancia y el apriete” y
“El miedo y la obediencia, elevados a regla de oro”

La monotonía del diario y su infinita campaña contra el gobierno se acelera geométricamente a medida que se acerca plazo de caducidad de la medida cautelar que protege su negocio y lo excluye del cumplimiento de la ley de medios.
Falta poco para diciembre. Y mucho miedo.

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