Oposición sobre la marcha



La derecha urbana y gorila se movilizó y caceroleó el jueves pasado en algunas ciudades del país. En Buenos Aires, juntaron algo así como 40 o 50 mil personas. Cifra importante pero que no refleja la dimensión de una supuesta mayoría opositora en un distrito donde la derecha sacó el 60 % de los votos hace menos de un año.

Los reclamos fueron contra la inseguridad, las restricciones para comprar dólares, la reelección, el uso de la cadena nacional y a favor de la libertad de expresión y la muerte de Cristina.
Sin embargo, a pesar de la disparidad de las consignas, los participantes mostraban una homogeneidad pocas veces vista, por pertenencia de clase, por territorio y por ese trasfondo individualista y reaccionario casi instintivo que se expresa contra el avance de las clases populares en los derechos sociales, económicos, culturales y políticos. No tenemos miedo, dicen. Y tienen ese miedo que les provoca la igualdad y la consolidación de una idea de país que resquebrajan sus valores y privilegios.

La convocatoria se realizó por distintos canales, desde los medios hegemónicos opositores hasta las redes sociales. Movieron el PRO, los radicales, el peronismo federal, y la iglesia, cada vez mas inquieta con la reforma al código civil.
Una cuestión aparte es el interés específico del grupo Clarin para promover y difundir estas movilizaciones y protestas. La aparición de la consigna “libertad de expresión” y el uso del miedo y el discurso del autoritarismo está claramente orientado a sostener una estrategia para enfrentar a la ley de medios. Sin recursos judiciales y con una sentencia de la Corte Suprema en contra, Clarín se dispone a usar la movilización de la “sociedad civil” para resistirse a la aplicación de la ley. Tal como hizo la señal RCTV de Venezuela cuando le bajaron la sacaron del aire por incumplimiento de las leyes.

No fue una protesta ni espontánea ni apolítica.
Se sostiene que fue espontánea porque la convocatoria se realizó a través de redes sociales pero el uso de ese medio y el anonimato de los promotores no garantizan de por sí espontaneidad alguna. En todo caso, comparada con otras movilizaciones la diferencia es el método y el llamado público. Tampoco obviamente fue apolítica. Ninguna protesta ni movilización lo es especialmente cuando las consignas que movilizan son originadas por perjuicios reales o ficticios provocados por las políticas del gobierno.
Pero el problema no es que la oposición política o mediática lo evalúe de esa manera. Sino que los participantes crean que la movilización fue espontánea y apolítica. Porque al no tener un proyecto y la paciencia que demanda su construcción, ni tampoco organización, la queja intolerante se vuelve frustración incontenible y eso puede derivar en violencia. El jueves hubo escenas de escrache a una Unidad Básica en Avenida de Mayo, uno de sus militantes fue agredido por participantes de la marcha, y lo tuvo que sacar la policía. Un episodio menor que pudo manejar ese compañero pero es una señal que hay que atender.

A pesar de todo, es un trabajo militante explicarles que el respeto a las instituciones democráticas incluyen el respeto a sus derechos como minorías y el derecho de la mayoría a decidir los destinos de nuestro país.

3 comentarios:

  1. Como buen democrata que sos, propone un plebicito, para ver, despues de un añito de pesimas medidas tomadas por la k, si son aun mayoria ! Jamas que lo haran ! Por eso, la ciudadania, se manifiesta contra la k y sus secuaces !

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  2. Si sobre una población, según el Banco Mundial, de 40.764.561 habitantes, se manifestó, con buena voluntad, el 0,25%.
    O sea que el 99,75% de la población, según el anónimo anterior, no somos ciudadanos ni futuros ciudadanos.
    Muy democrático lo suyo

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  3. Para que haya un plesbicito, hay que reformar la constitución. Yo estoy a favor.

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