" El liderato nunca se reduce al acto de voluntad del lider, ni solamente a cualidades inherentes a su peculiar idiosincrasia. La ambición de poder o de gloria nada vale mientras no obtenga el reconocimiento de aquellos sobre quienes se proyecta; las aptitudes personales que implica el liderato permanecen en estado de latencia en tanto la sociedad o parte de ella no las descubra y las haga suyas. Esa ambición y esas aptitudes se realizan gracias a los otros. El liderato no es unilateral, ni arbitrario, pues lo genera la unidad y la mutua dependencia del líder con la masa popular que se reconoce en él y lo condiciona. Igual que al artista, al filósofo y al científico, la sociedad le otorga relieve y trascendencia. Es creado y creador.
Al no existir creación en sí o creación de la nada, se queda a mitad de camino - y como los cautivos encadenados de la alegoría platónica, no ve más que la sombra de las cosas – quien divorcia al líder de las causas sociales que lo engendraron y desconoce que el liderato lo es en la medida de su reconocimiento por la sociedad o una clase o agrupamiento social, cuyos componentes individuales se solidarizan e identifican entre sí a través de la mediación de aquél. "
en Historia Crítica de los Partidos Políticos Argentinos. Rodolfo Puigross
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