En Imperialismo y Cultura. Hernandez Arreghi.
“ De este modo, la clase media, convencida de su independencia, justamente porque carece de ella, se cree depositaria de valores universales, sin comprender que detrás de ellos están los intereses particulares de la burguesía. El pequeño-burgués -y el intelectual no escapa a esta regla- piensa siempre en términos absolutos. Si es propietario, la ley de congelación de alquileres es la injusticia absoluta, si es inquilino, es la justicia absoluta. Su minúscula situación social le hace perorar con frases de gigante.
Tal la condición de esta clase continuamente estafada por su posición de intermediaria en la sociedad dividida en clases. Y así, la moral ideal, obsoleta, por la cual combatió vuelve a colocarla en la posición relativa, no absoluta, desde la cual expresó sus temores de descender en la escala social tanto como la voluntad amorfa de mejorar su situación. En uno de los polos de esta actitud, aparentemente ética, está el sentimiento de compararse a disgusto con la clase obrera. Y aquí volvemos a encontrar la ira del pequeño-burgués a todo lo que le recuerda la real situación de su clase, más próxima al descenso que al ascenso social.”
“ Cuando logra una situación estable, el intelectual pequeño-burgués , se aparta de las masas con fundamentos aparentemente racionales -nivelación del número, incultura de las mayorías , inclinación a la demagogia-, pero estos pretextos, no invalidan la motivación determinante que es la frustración , en parte inconsciente, de la propia conciencia plebeya. La hostilidad contra sí mismo , este autorrepudio , se proyecta hacia afuera y opera la descarga emocional del conflicto interno, agudizado por los preconceptos de una educación –generalmente alcanzada con duros sacrificios familiares- y fundada en el principio de las diferencias categoriales, naturales y estrictas de las clases sociales.”
“El hecho de que en los órganos de la prensa aparezcan nombres que inicialmente militaron en la izquierda ideológica prueba la presión modeladora del imperialismo. Asegurada la innocuidad política del colaborador, al mismo tiempo es utilizado, por ese mismo pasado ideológico, como testimonio de la libertad de pensamiento, uno de los principies teóricos de la filosofía del liberalismo.”
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