Los obscuros mandaron a los diez jinetes del apocalipsis liderados por Santillán y Biasatti a defender públicamente al grupo frente a una supuesta intervención de la empresa por parte de la Comisión Nacional de Valores. Hasta ahora, sólo se trata de pedidos de informes, en el marco de la ley, realizados por la CNV ante las irregularidades constatadas a partir de la participación del estado como accionista minoritario en las asambleas societarias del grupo.
Pero el acting en realidad encubre la preocupación por la situación de Papel prensa y el inevitable pronunciamiento de la Corte por la Ley de medios.
Es comprensible que Clarin, como empresa defienda su patrimonio, obtenido a traves de presiones a los gobiernos democráticos y complicidad con las dictaduras. También es comprensible que sus empleados, se tengan que sentar frente a cámara y abandonar su condición de periodistas. Pero menos comprensible es que la oposición política, la que aspira a administrar los asuntos públicos, adhiera a la defensa de los negocios privados por sobre el interés comun y la ley.
Pero son, también, empleados. El PRO, la UCR, FAP, Peronismo Federal y la Coalición Cívica, entre otros son unidades de negocios que defienden los intereses de sus patrones encubriendolos con el lenguaje de las libertades públicas.
Pertenecer tiene sus privilegios, pero también sus obligaciones.
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