Intervención del Senador Torres durante el debate de la ley de presupuesto
Sr. Torres. — Señor presidente: después de asistir al debate de la Cámara de Diputados, a
los debates que se han dado por los distintos medios de difusión y de escuchar a gran parte
—para no generalizar— de la dirigencia de la oposición, incluso algunos del oficialismo, yo
no puedo dejar de recordar la triste frase que dijo el presidente de la Federación Agraria
Argentina: “La consigna es desgastar al gobierno desde donde se pueda”. Triste, en 25 años
de democracia, pero es una realidad contundente.
Antes, uno observaba los debates del presupuesto de los años precedentes, de los
ejercicios anteriores, y eran presupuestos muy pesimistas; ahora son muy optimistas —o
viceversa —, pero siempre existe el pero que el día que se acierte el centro para que la
oposición vote un proyecto importante para el Poder Ejecutivo será para que un ciudadano
más humilde saque la grande o el pozo de la lotería. Es imposible pensar en un
comportamiento de estos en la Argentina de hoy. Mucho más en el comportamiento
contradictorio que uno nota. Porque todos están planteando que no se tiene en cuenta la crisis
internacional y, por otro lado, cada uno plantea el discurso del país ideal. Y, en este sentido,
no solamente me habría gustado contestar a la oposición pero, con todo el respeto que me
merece y el aprecio que le tengo, le voy a contestar a la senadora Corregido, miembro de mi
banca, porque no estoy de acuerdo con el discurso que ella ha planteado.
Si uno ve las obras que se están logrando en la provincia del Chaco, lo que se expresó
hoy en este recinto es injusto: la autovía 16; hoy se está licitando la ruta 15; se licitó la ruta
17; hoy se inaugura una línea aérea Aerochaco; se remodeló el aeropuerto; se está licitando el
Acueducto Sáenz Peña en Resistencia —décadas sin intervención, hasta hoy— ; escuelas;
rutas; casas. Esto se está haciendo. Y tengo que coincidir con la señora senadora en cuanto a
que mucho más se tiene que hacer en el Chaco y en todas las provincias. Estoy absolutamente
de acuerdo. Son demasiadas las necesidades y demasiados los errores cometidos por los
argentinos para decir que lo que se hizo hasta ahora es suficiente. Pero también es injusto
decir que no se hizo absolutamente nada, sin reconocer los 30 mil kilómetros de pavimento y
el mejoramiento de rutas; las 300 mil casas; la cantidad de escuelas, como nunca se hizo con
anterioridad; los hospitales, etcétera.
Señor presidente: entonces, yo me pregunto muchas veces, ¿qué hubiese pasado en
país...?
Sr. Presidente (Marino). — Señor senador: la senadora Corregido le solicita una
interrupción.
Sr. Torres. — Sí, cómo no.
Sr. Presidente (Marino). — Para una interrupción, tiene la palabra la señora senadora
Corregido.
Sra. Corregido. — Como el señor senador se ha referido a mi discurso, quizás las
diferencias entre el contenido ideológico que el senador expresa y lo que yo manifesté se
deba a que él no tiene la formación justicialista que yo tengo. Perón decía: dentro de la ley,
todo; fuera de la ley, nada. Por consiguiente, mi alocución, con precisión, se refirió al
cumplimiento de la Constitución Nacional, a la Ley de Presupuesto, a las leyes y a las
reglamentaciones que rigen en esta República. Me ajusté estrictamente a eso. Entiendo que
tenemos 25 años de democracia y hace un rato no recuerdo qué senador dijo que basta de
homenajes y empecemos a marchar en cumplimiento de las leyes de la Constitución y de esto
que es una República, una democracia, porque la división de poderes es muy importante y
nosotros no tenemos por qué delegar facultades.
Yo tengo un alto compromiso con este gobierno nacional y con el gobierno provincial
y, la verdad, es que sé que el gobernador de mi provincia hace grandes esfuerzos para sacar
del atraso y de la pobreza al Chaco. Y, en realidad, me parece que no tiene que estar
sometido, de ninguna manera, a la discrecionalidad de un poder, porque para eso hay división
de poderes.
Sr. Presidente (Marino).— Continúa en uso de la palabra el señor senador Torres.
Sr. Torres.— Señor presidente: probablemente, la senadora tenga razón. Yo tengo otro
origen. No soy justicialista. Pero en estos 25 años de democracia, cuando a la distancia uno
empieza a valorar a los dirigentes políticos, no puedo dejar de mencionar a Perón, cuando
decía que cuando un compañero habla mal del otro es porque se está pasando al bando
contrario. Así que, voy a continuar con mi discurso, señor presidente.
Con respecto al presupuesto, yo me pregunto: ¿Qué habría pasado en el país si no
hubieran existido los gurúes económicos? ¿Qué habría pasado si no hubiera estado Mondino,
el director de mercados emergentes de Lehman Brothers? ¿Qué habría pasado si no hubieran
estado Prat Gay o Cavallo? Es decir, todos estos gurúes que nos anunciaron tantas cosas
hermosas y a tantos desastres nos llevaron. Todos tienen una coincidencia: critican este
modelo. Ahora bien, ¿critican desde el acierto? Si son ellos los que llevaron a la bancarrota a
Lehman Brothers, a instituciones que calificaban a nuestro país y a otros países emergentes.
Fueron un desastre cuando les tocó administrar la economía del país. Sin embargo, son los
mismos que hoy realizan estos análisis sobre el aspecto macroeconómico del presupuesto.
Y lo más triste es que cuando hablamos de soberanía, de madurez y de
representatividad, muchas veces repetimos los argumentos de esta gente, no los del pueblo,
no los de esa persona que recibe una vivienda que nunca tuvo, no los de esa comunidad que
recibe una sala de primeros auxilios.
Obviamente que estamos llenos de errores, señor presidente. Pero en algún momento
de esta crisis, ¿no es necesario cambiar? ¿No es la hora de pensar que hay que cambiar el
orden económico mundial por otro más solidario? ¿Usted se iba a imaginar, señor presidente,
que algún día todos los líderes mundiales se reunirían para poner semejante cantidad de
dinero para salvar el hambre del mundo? ¿Usted cree que esto era posible en este mundo
actual?
En este sentido, pasó lo mismo en la Argentina. Acá hubo funcionarios que fueron
número uno y hasta encabezaron una lista en la Capital Federal, que fueron los que
establecieron el descuento a los jubilados para salvar a las instituciones financieras y que son
los mismos que hoy están abonados a programas de televisión. Por lo tanto, en algún
momento las instituciones financieras tienen que comprender el rol social que deben cumplir
en el país. ¡No puede ser que cuando las cosas están mal hasta los jubilados tengan que
aportar para salvarlas! Y que cuando las cosas no están bien, no sean capaces de entregar o
crear líneas de crédito para emprendimientos productivos que ayuden al desarrollo del país.
La señora presidenta pedía a la banca privada que se crearan líneas de crédito. Sin
embargo, si no fuese por la banca estatal, no existirían líneas de crédito; peor aun, en aquellas
provincias en donde se privatizó la banca provincial y quedó en manos del Estado. En esos
lugares, ¡ni un depósito necesitan para dar crédito! ¡Viven de la economía del empleado
público y de su salario! ¡Le ofrecen tarjetas de crédito con inmensas facilidades, créditos
supuestamente blandísimos, enormes ventajas! ¡No hay un empleado público que no sea
rehén, de por vida, de estas instituciones! Y ganan inmensas cantidades de dinero, pero yo
pregunto: ¿colaboran lo suficiente con el desarrollo de las provincias?
Por otra parte, escuché hablar sobre la compra de dólares afuera, como si fuese
responsabilidad del gobierno. ¿Cuándo vamos a representar al pueblo, a la Nación argentina
y vamos a denunciar a los bancos que, especulativamente, generan esta corrida cambiaria
para salvarse ellos sin importarle el futuro del país? ¿Es culpa del gobierno esta especulación
financiera de los bancos? Porque no es el pequeño ahorrista el que está haciendo esta corrida
financiera. Y así pasa con los temas que nunca se analizan. Respecto del tema presupuestario,
¿quién analiza que nosotros tenemos una deuda externa con un compromiso hasta el año
2089? Después de Arturo Illia el gobierno de Kirchner es el primero que hizo descender la
deuda externa.
Desde el gobierno de Isabelita y luego, cuando pasaron los militares, se triplicó la
deuda en forma escandalosa y a partir de ahí, sin hacer ningún juicio de valor a quienes
gobernaron porque se tornó inmanejable la deuda externa, en el gobierno de Alfonsín la
deuda externa aumentó el 46 por ciento.
Sr. Presidente (Marino). — ¿Puede ir redondeando, señor senador?
Sr. Torres. — Ya redondeo.
En el gobierno de Menem 103 por ciento. En el gobierno de De la Rúa, 23.000
millones de pesos, 18,5 por ciento. En el gobierno de Duhalde-Lavagna, 41.500 millones de
pesos, 30,2 por ciento y descendió 16,2 por ciento en este gobierno.
Señor presidente: para terminar —lamentablemente uno se entusiasma— quiero
agregar que veo a una persona que vive abonada a todos los programas de televisión, que
vive hablando de honestidad y diciendo que el gobierno es una manga de ladrones. Yo me
siento parte de este gobierno aunque no sea de origen justicialista, como dice la senadora
Corregido. Estoy de acuerdo con un proyecto nacional; estoy cansado de frustraciones y en
este sentido a esta líder, que se autotitula líder de la oposición... A mí me enseñaron los
mayores que cuando una persona habla siempre de honestidad y de los demás, hay que tener
mucho cuidado. Hay que tener mucho cuidado porque la honestidad se practica...
Sr. Presidente (Marino). — Le solicita una interrupción el senador Cabanchik.
Sr. Torres. — Cómo no, señor senador.
Sr. Cabanchik. — Quisiera decirle al senador Torres que realmente debiera tratar de evitar
juicios agraviantes en esta Cámara hacia alguna persona en particular. Me parece que lo está
haciendo, obviamente sin mencionarla, dirigiéndose a la doctora Carrió. Me parece que no
corresponde, no es miembro del cuerpo, no podría contestarle ni plantearle una cuestión de
privilegio. Me parece que debiera usar el tiempo de su oratoria para esclarecernos por qué
hay que votar de una u otra forma el presupuesto que estamos debatiendo. Si para hacer
política usted quiere cámaras de televisión, seguramente las puede conseguir, pero esta es la
Cámara de Senadores, no la de televisión.
Sr. Presidente (Marino). — Senador Torres: se le agotó el tiempo.
Sr. Torres. — No tengo problema en no referirme a la persona. Pero el senador preopinante
tendría que tratar de sugerirle a su líder política que tenga más respeto en la democracia.
Porque en tanto y en cuanto quiera mantener un debate maduro tiene que comportarse
racionalmente y no de la manera en que lo está haciendo.
Señor presidente: en tanto y en cuanto actuemos de esa manera estoy convencido de
que a este gobierno —para la oposición y para mucha gente, como dice el presidente de la
Federación Agraria— hay que desgastarlo de un modo o de otro o de donde sea.
Sr. Presidente (Marino). — Disculpe senadora, había pedido la palabra.
Sra. Corregido. — Sí, quería agregar que yo siempre he sido justicialista pero no siempre
oficialista y que este gobierno tiene todo mi apoyo y toda mi voluntad para que le vaya muy
bien. Yo he trabajado mucho por este proyecto político.
Así que considero que deberíamos cuidar las cosas que decimos porque la calidad
institucional también tiene que ver con el respeto en las discusiones. En tal sentido,
ocupémonos de discutir ideológicamente y no nos metamos con el nombre de las personas,
porque el nombre de las personas es lo único que en realidad tenemos.
Sr. Presidente (Marino). — Tiene la palabra el señor senador Rossi.
Sr. Torres. — Pido la palabra.
Sr. Presidente (Marino). — Senador, estamos pasados en el tiempo, senador...
Sr. Torres. — Yo me referí con mucho respeto, y de hecho le tengo mucho respeto, a la
senadora Corregido, y señalé que lo único en lo que no coincidía era en el tenor del discurso.
Pero no hice alusión personal alguna.
los debates que se han dado por los distintos medios de difusión y de escuchar a gran parte
—para no generalizar— de la dirigencia de la oposición, incluso algunos del oficialismo, yo
no puedo dejar de recordar la triste frase que dijo el presidente de la Federación Agraria
Argentina: “La consigna es desgastar al gobierno desde donde se pueda”. Triste, en 25 años
de democracia, pero es una realidad contundente.
Antes, uno observaba los debates del presupuesto de los años precedentes, de los
ejercicios anteriores, y eran presupuestos muy pesimistas; ahora son muy optimistas —o
viceversa —, pero siempre existe el pero que el día que se acierte el centro para que la
oposición vote un proyecto importante para el Poder Ejecutivo será para que un ciudadano
más humilde saque la grande o el pozo de la lotería. Es imposible pensar en un
comportamiento de estos en la Argentina de hoy. Mucho más en el comportamiento
contradictorio que uno nota. Porque todos están planteando que no se tiene en cuenta la crisis
internacional y, por otro lado, cada uno plantea el discurso del país ideal. Y, en este sentido,
no solamente me habría gustado contestar a la oposición pero, con todo el respeto que me
merece y el aprecio que le tengo, le voy a contestar a la senadora Corregido, miembro de mi
banca, porque no estoy de acuerdo con el discurso que ella ha planteado.
Si uno ve las obras que se están logrando en la provincia del Chaco, lo que se expresó
hoy en este recinto es injusto: la autovía 16; hoy se está licitando la ruta 15; se licitó la ruta
17; hoy se inaugura una línea aérea Aerochaco; se remodeló el aeropuerto; se está licitando el
Acueducto Sáenz Peña en Resistencia —décadas sin intervención, hasta hoy— ; escuelas;
rutas; casas. Esto se está haciendo. Y tengo que coincidir con la señora senadora en cuanto a
que mucho más se tiene que hacer en el Chaco y en todas las provincias. Estoy absolutamente
de acuerdo. Son demasiadas las necesidades y demasiados los errores cometidos por los
argentinos para decir que lo que se hizo hasta ahora es suficiente. Pero también es injusto
decir que no se hizo absolutamente nada, sin reconocer los 30 mil kilómetros de pavimento y
el mejoramiento de rutas; las 300 mil casas; la cantidad de escuelas, como nunca se hizo con
anterioridad; los hospitales, etcétera.
Señor presidente: entonces, yo me pregunto muchas veces, ¿qué hubiese pasado en
país...?
Sr. Presidente (Marino). — Señor senador: la senadora Corregido le solicita una
interrupción.
Sr. Torres. — Sí, cómo no.
Sr. Presidente (Marino). — Para una interrupción, tiene la palabra la señora senadora
Corregido.
Sra. Corregido. — Como el señor senador se ha referido a mi discurso, quizás las
diferencias entre el contenido ideológico que el senador expresa y lo que yo manifesté se
deba a que él no tiene la formación justicialista que yo tengo. Perón decía: dentro de la ley,
todo; fuera de la ley, nada. Por consiguiente, mi alocución, con precisión, se refirió al
cumplimiento de la Constitución Nacional, a la Ley de Presupuesto, a las leyes y a las
reglamentaciones que rigen en esta República. Me ajusté estrictamente a eso. Entiendo que
tenemos 25 años de democracia y hace un rato no recuerdo qué senador dijo que basta de
homenajes y empecemos a marchar en cumplimiento de las leyes de la Constitución y de esto
que es una República, una democracia, porque la división de poderes es muy importante y
nosotros no tenemos por qué delegar facultades.
Yo tengo un alto compromiso con este gobierno nacional y con el gobierno provincial
y, la verdad, es que sé que el gobernador de mi provincia hace grandes esfuerzos para sacar
del atraso y de la pobreza al Chaco. Y, en realidad, me parece que no tiene que estar
sometido, de ninguna manera, a la discrecionalidad de un poder, porque para eso hay división
de poderes.
Sr. Presidente (Marino).— Continúa en uso de la palabra el señor senador Torres.
Sr. Torres.— Señor presidente: probablemente, la senadora tenga razón. Yo tengo otro
origen. No soy justicialista. Pero en estos 25 años de democracia, cuando a la distancia uno
empieza a valorar a los dirigentes políticos, no puedo dejar de mencionar a Perón, cuando
decía que cuando un compañero habla mal del otro es porque se está pasando al bando
contrario. Así que, voy a continuar con mi discurso, señor presidente.
Con respecto al presupuesto, yo me pregunto: ¿Qué habría pasado en el país si no
hubieran existido los gurúes económicos? ¿Qué habría pasado si no hubiera estado Mondino,
el director de mercados emergentes de Lehman Brothers? ¿Qué habría pasado si no hubieran
estado Prat Gay o Cavallo? Es decir, todos estos gurúes que nos anunciaron tantas cosas
hermosas y a tantos desastres nos llevaron. Todos tienen una coincidencia: critican este
modelo. Ahora bien, ¿critican desde el acierto? Si son ellos los que llevaron a la bancarrota a
Lehman Brothers, a instituciones que calificaban a nuestro país y a otros países emergentes.
Fueron un desastre cuando les tocó administrar la economía del país. Sin embargo, son los
mismos que hoy realizan estos análisis sobre el aspecto macroeconómico del presupuesto.
Y lo más triste es que cuando hablamos de soberanía, de madurez y de
representatividad, muchas veces repetimos los argumentos de esta gente, no los del pueblo,
no los de esa persona que recibe una vivienda que nunca tuvo, no los de esa comunidad que
recibe una sala de primeros auxilios.
Obviamente que estamos llenos de errores, señor presidente. Pero en algún momento
de esta crisis, ¿no es necesario cambiar? ¿No es la hora de pensar que hay que cambiar el
orden económico mundial por otro más solidario? ¿Usted se iba a imaginar, señor presidente,
que algún día todos los líderes mundiales se reunirían para poner semejante cantidad de
dinero para salvar el hambre del mundo? ¿Usted cree que esto era posible en este mundo
actual?
En este sentido, pasó lo mismo en la Argentina. Acá hubo funcionarios que fueron
número uno y hasta encabezaron una lista en la Capital Federal, que fueron los que
establecieron el descuento a los jubilados para salvar a las instituciones financieras y que son
los mismos que hoy están abonados a programas de televisión. Por lo tanto, en algún
momento las instituciones financieras tienen que comprender el rol social que deben cumplir
en el país. ¡No puede ser que cuando las cosas están mal hasta los jubilados tengan que
aportar para salvarlas! Y que cuando las cosas no están bien, no sean capaces de entregar o
crear líneas de crédito para emprendimientos productivos que ayuden al desarrollo del país.
La señora presidenta pedía a la banca privada que se crearan líneas de crédito. Sin
embargo, si no fuese por la banca estatal, no existirían líneas de crédito; peor aun, en aquellas
provincias en donde se privatizó la banca provincial y quedó en manos del Estado. En esos
lugares, ¡ni un depósito necesitan para dar crédito! ¡Viven de la economía del empleado
público y de su salario! ¡Le ofrecen tarjetas de crédito con inmensas facilidades, créditos
supuestamente blandísimos, enormes ventajas! ¡No hay un empleado público que no sea
rehén, de por vida, de estas instituciones! Y ganan inmensas cantidades de dinero, pero yo
pregunto: ¿colaboran lo suficiente con el desarrollo de las provincias?
Por otra parte, escuché hablar sobre la compra de dólares afuera, como si fuese
responsabilidad del gobierno. ¿Cuándo vamos a representar al pueblo, a la Nación argentina
y vamos a denunciar a los bancos que, especulativamente, generan esta corrida cambiaria
para salvarse ellos sin importarle el futuro del país? ¿Es culpa del gobierno esta especulación
financiera de los bancos? Porque no es el pequeño ahorrista el que está haciendo esta corrida
financiera. Y así pasa con los temas que nunca se analizan. Respecto del tema presupuestario,
¿quién analiza que nosotros tenemos una deuda externa con un compromiso hasta el año
2089? Después de Arturo Illia el gobierno de Kirchner es el primero que hizo descender la
deuda externa.
Desde el gobierno de Isabelita y luego, cuando pasaron los militares, se triplicó la
deuda en forma escandalosa y a partir de ahí, sin hacer ningún juicio de valor a quienes
gobernaron porque se tornó inmanejable la deuda externa, en el gobierno de Alfonsín la
deuda externa aumentó el 46 por ciento.
Sr. Presidente (Marino). — ¿Puede ir redondeando, señor senador?
Sr. Torres. — Ya redondeo.
En el gobierno de Menem 103 por ciento. En el gobierno de De la Rúa, 23.000
millones de pesos, 18,5 por ciento. En el gobierno de Duhalde-Lavagna, 41.500 millones de
pesos, 30,2 por ciento y descendió 16,2 por ciento en este gobierno.
Señor presidente: para terminar —lamentablemente uno se entusiasma— quiero
agregar que veo a una persona que vive abonada a todos los programas de televisión, que
vive hablando de honestidad y diciendo que el gobierno es una manga de ladrones. Yo me
siento parte de este gobierno aunque no sea de origen justicialista, como dice la senadora
Corregido. Estoy de acuerdo con un proyecto nacional; estoy cansado de frustraciones y en
este sentido a esta líder, que se autotitula líder de la oposición... A mí me enseñaron los
mayores que cuando una persona habla siempre de honestidad y de los demás, hay que tener
mucho cuidado. Hay que tener mucho cuidado porque la honestidad se practica...
Sr. Presidente (Marino). — Le solicita una interrupción el senador Cabanchik.
Sr. Torres. — Cómo no, señor senador.
Sr. Cabanchik. — Quisiera decirle al senador Torres que realmente debiera tratar de evitar
juicios agraviantes en esta Cámara hacia alguna persona en particular. Me parece que lo está
haciendo, obviamente sin mencionarla, dirigiéndose a la doctora Carrió. Me parece que no
corresponde, no es miembro del cuerpo, no podría contestarle ni plantearle una cuestión de
privilegio. Me parece que debiera usar el tiempo de su oratoria para esclarecernos por qué
hay que votar de una u otra forma el presupuesto que estamos debatiendo. Si para hacer
política usted quiere cámaras de televisión, seguramente las puede conseguir, pero esta es la
Cámara de Senadores, no la de televisión.
Sr. Presidente (Marino). — Senador Torres: se le agotó el tiempo.
Sr. Torres. — No tengo problema en no referirme a la persona. Pero el senador preopinante
tendría que tratar de sugerirle a su líder política que tenga más respeto en la democracia.
Porque en tanto y en cuanto quiera mantener un debate maduro tiene que comportarse
racionalmente y no de la manera en que lo está haciendo.
Señor presidente: en tanto y en cuanto actuemos de esa manera estoy convencido de
que a este gobierno —para la oposición y para mucha gente, como dice el presidente de la
Federación Agraria— hay que desgastarlo de un modo o de otro o de donde sea.
Sr. Presidente (Marino). — Disculpe senadora, había pedido la palabra.
Sra. Corregido. — Sí, quería agregar que yo siempre he sido justicialista pero no siempre
oficialista y que este gobierno tiene todo mi apoyo y toda mi voluntad para que le vaya muy
bien. Yo he trabajado mucho por este proyecto político.
Así que considero que deberíamos cuidar las cosas que decimos porque la calidad
institucional también tiene que ver con el respeto en las discusiones. En tal sentido,
ocupémonos de discutir ideológicamente y no nos metamos con el nombre de las personas,
porque el nombre de las personas es lo único que en realidad tenemos.
Sr. Presidente (Marino). — Tiene la palabra el señor senador Rossi.
Sr. Torres. — Pido la palabra.
Sr. Presidente (Marino). — Senador, estamos pasados en el tiempo, senador...
Sr. Torres. — Yo me referí con mucho respeto, y de hecho le tengo mucho respeto, a la
senadora Corregido, y señalé que lo único en lo que no coincidía era en el tenor del discurso.
Pero no hice alusión personal alguna.
El senador Torres dice que no es peronista... Debería serlo!!!
ResponderEliminarSiempre una perlita!!
ResponderEliminarsaludos
Gal