“Martin Fierro de oro” a la boludez argentina.

Ayer en la entrega de los Martín Fierro, Chiquita Legrand, vieja militante de causas antipopulares, le pregunto a Lanata “porqué no está en televisión”. El groso periodista dijo no tener respuestas pero sí pistas y lanzó una serie de dedicatorias, en tono irónico, que recorrieron el conocido rosario de sospechas y denuncias contra el gobierno a los que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación. La posición de Lanata en estos años se volvió cada vez más extraña, desde algún misterioso resentimiento intenta construir la imagen de periodista perseguido y excluido de los grandes medios que según parece “ahora dicen” que son todos kirchneristas. Pero más allá de lo que dijo el heredero de Neustadt, el tema es que sus ocurrencias fueron “festejadísimas” por gran parte de la concurrencia, entre ellos actores, conductores y trabajadores de los medios. Algo curioso, porque en estos años muchos de ellos han sido favorecidos por el importante crecimiento de la industria cultural y el consumo de los bienes culturales que produce.
Pero lo más irritante es que entre los festejadores de Lanata se encuentran muchos actores a los que nuestro gobierno respondió protegiendo sus derechos mediante la puesta en marcha de la ley de Intérpretes. Este era un reclamo que sostuvieron desde hace más de 10 años y permite que los actores argentinos perciban un pago por la emisión y repetición por cualquier medio de cada programa o película en la que hayan participado.
Conducta extraña que se repite en otros sectores de la sociedad. Chacareros fundidos e hipotecados devenidos en acaudalados farmers, industriales piojosos y al borde de la extinción devenidos en empresarios emprendedores con altas ganancias, clase media empobrecida y temerosa devenida en voraces consumidores en autos nuevos. Todos en lucha contra el “modelo” y a favor de.... no sé, no se sabe.