Esta semana Alberto anuncio el inicio de una nueva fase de la cuarentena, una especie de apertura gradual en el AMBA. Los criterios no parecen ser sanitarios, en momentos en que las cifras de infectados y muertos se acrecientan dia a dia. Se trata de una evaluación politica.
Y es natural que así sea, hay variables economicas y sociales que empiezan a encontrar su pico de degradación en un contexto de incertidumbre epidemica, en tanto que los los horizontes de prevencion y tratamiento del COVID se postergan.
También corresponde a la politica, porque corresponde a su campo la evaluación de la obediencia social a las politicas de estado, sean cuales sean.
Pero la decisión de volver atrás es también una opción. Como dijo Cristina, no hay que gobernar con la tapa de los diarios. Y hay que estar atento al sentimiento de desamparo del pueblo si la situación se agrava. Porque desgraciadamente no contamos con demasiada ayuda, los mismos que reclaman aperturas y normalidades, mañana van a ser los primeros en señalarnos los pasillos abarrotados en los hospitales y las montañas de muertos. Algo que ninguno de nosotros desea.
Sin embargo, hay algunos datos alentadores, el epicentro de la epidemia se encuentra en el AMBA. Un territorio que debería ser controlable, siempre que alguien pueda convencer o imponer a Larreta que no se esta jugando el futuro politico sino el futuro de la comunidad.
Y en esto de la obediencia y las responsabilidadades, se ha recorrido un camino. Primero Alberto y el gobierno nacional cargaron con la responsabilidad de la cuarentena, cada vez mas compartida despues con gobernadores e intendentes. Y en esta fase de apertura, se apela a la responsabilidad individual. Pero falta algo para apelar a esa responsabilidad. Información y educación. Hace falta una hartante y agotadora campaña de difusion sobre medidas de prevención. La responsabilidad individual es buena, pero si se la educa en tiempos de pandemia, mejor
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