Hace tres meses que los empresarios agropecuarios convocaron al lockout. Hace unos días los dirigentes de los empresarios del transporte de granos llamaron al paro. Estas convocatorias patronales tienen como resultado cortes de tránsito en las principales rutas del país provocando desabastecimiento, inflación y parálisis de algunos sectores de la actividad económica.
Pero los dirigentes no se hacen cargo de las consecuencias, ya hace un tiempo que en sus declaraciones y comunicados dejaron “en libertad de acción” a sus representados, por lo cual ya no se hacen responsables de la acción de las “bases” y los “autoconvocados” que arrojaron a las rutas, por lo cual estos grupos aparecen como los actores principales de esta etapa del conflicto actuando en apariencia de acuerdo a su propia iniciativa y según modalidades distintas en cada lugar.
En estos días, estos “autoconvocados” han protagonizado serios episodios de violencia como el ataque a balazos a un convoy que llevaba combustible en Victoria, por parte del “autoconvocado” sobrino del represor Bussi, o los golpes que recibió el empresario hotelero de Villa Elisa en el corte de Gualeguaychú cuando pidio explicaciones sobre quién pagaria sus pérdidas. En este caso, el agredido pudo escapar del linchamiento entre los gritos de De Angelli, quien lo apuntaba con el dedo mientras gritaba “es un infiltrado¡¡” (supongo que el señalamiento del Ingalls no fue para que los chacareros le convidaran un mate)
Sin embargo, estos “autoconvocados” aparecen legitimados por el discurso "democrático" de los medios y parte de la opinión pública, en tanto que parecen actuar en defensa de sus intereses y sus derechos. Pero las modalidades de su acción se inscriben en un marco más amplio: la del autoritarismo.
Pero los dirigentes no se hacen cargo de las consecuencias, ya hace un tiempo que en sus declaraciones y comunicados dejaron “en libertad de acción” a sus representados, por lo cual ya no se hacen responsables de la acción de las “bases” y los “autoconvocados” que arrojaron a las rutas, por lo cual estos grupos aparecen como los actores principales de esta etapa del conflicto actuando en apariencia de acuerdo a su propia iniciativa y según modalidades distintas en cada lugar.
En estos días, estos “autoconvocados” han protagonizado serios episodios de violencia como el ataque a balazos a un convoy que llevaba combustible en Victoria, por parte del “autoconvocado” sobrino del represor Bussi, o los golpes que recibió el empresario hotelero de Villa Elisa en el corte de Gualeguaychú cuando pidio explicaciones sobre quién pagaria sus pérdidas. En este caso, el agredido pudo escapar del linchamiento entre los gritos de De Angelli, quien lo apuntaba con el dedo mientras gritaba “es un infiltrado¡¡” (supongo que el señalamiento del Ingalls no fue para que los chacareros le convidaran un mate)
Sin embargo, estos “autoconvocados” aparecen legitimados por el discurso "democrático" de los medios y parte de la opinión pública, en tanto que parecen actuar en defensa de sus intereses y sus derechos. Pero las modalidades de su acción se inscriben en un marco más amplio: la del autoritarismo.
Si agrupamos las caracteristicas y motivaciones de estas “bases”, esto es, la defensa de su renta y de su propiedad, su pertenencia al sector patronal, su amedrentamiento a la población y sus amenazas a las autoridades constitucionales, encontramos que lisa y llanamente estamos ante la génesis del surgimiento de bandas de derecha. Recordemos que, después de todo, también la Triple A, en sus inicios, fue un grupo “autoconvocado”
Pero no sólo notamos la aparición de estas bandas bajo la aparentemente ingenua etiqueta de “las bases” o “los autoconvocados”. Gran parte de la oposición se “autoconvoca” para protagonizar una voluntad popular que le fue negada en las últimas elecciones y hasta el titular de una institución democrática, la defensoria del pueblo, se erige como “mediador autoconvocado”.
El “clima destituyente” ya tiene hoy sus grupos de choque, sus personeros políticos y sus prensa. No se trata entonces sólo de vislumbrar el programa de “la nueva derecha” y sus procedimientos discursivos y políticos, sino actuar contra su accionar antidemocrático y desestabilizador.
Pero no sólo notamos la aparición de estas bandas bajo la aparentemente ingenua etiqueta de “las bases” o “los autoconvocados”. Gran parte de la oposición se “autoconvoca” para protagonizar una voluntad popular que le fue negada en las últimas elecciones y hasta el titular de una institución democrática, la defensoria del pueblo, se erige como “mediador autoconvocado”.
El “clima destituyente” ya tiene hoy sus grupos de choque, sus personeros políticos y sus prensa. No se trata entonces sólo de vislumbrar el programa de “la nueva derecha” y sus procedimientos discursivos y políticos, sino actuar contra su accionar antidemocrático y desestabilizador.
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