El derecho del Estado
Observando la realidad política por la que atravesamos, tratamos de convencernos de que es cierta la afirmación de que cada crisis conlleva una oportunidad, y nos disponemos a analizar la situación, afirmando que no estamos entrando “en el peor de los mundos”, como afirman muchos comunicadores que responden a intereses que desde siempre han sido beneficiados con la inestabilidad del país. La confrontación, que no es sólo económica, sino esencialmente política e ideológica, no se ha dado en los términos que hubiésemos deseado quienes pensamos que Argentina necesita perentoriamente un proyecto de país en desarrollo y sustentable en el tiempo. Pero así es la realidad y no como la idealizamos. Podríamos desmenuzar el devenir de los acontecimientos que llevaron al actual conflicto que “mediáticamente” (y para nada inocentemente) se ha dado en señalar entre el Gobierno y el campo. Podríamos también intentar conclusiones sobre las responsabilidades de unos y otros para que el nivel de la crisis llegara a inquietarnos. Sin embargo, éste es el momento de definir una posición a partir del aquí y ahora, confuso e imperfecto.
De lo que estamos convencidos es de que no hay espacio para terceras posiciones. Todos, por acción u omisión, aportaremos fortaleza a uno u otro frente. No es nuevo en nuestra historia el hecho de los contrapuestos. Unitarios o federales, civilización o barbarie, peronismo o antiperonismo, dictadura o democracia. Esta definición no se contrapone con privilegiar a “los que reflexionan dos veces, los que ven la cancha completa, los que son capaces de dialogar y negociarlo todo, los que saben perder en beneficio del bien común” a que hace referencia Mempo Giardinelli en su “Elogio de la tibieza y la media tinta”, que se publicó en estas páginas. Posiblemente no sea una expresión feliz la de “negociarlo todo”, pero las restantes características representan racionalidad y prudencia en la acción política y no se contrapone el elogio a esas virtudes con el hecho de que en la discusión actual es sólo especulativo sentirse equidistante.
Y es entonces que resulta importante señalar que estamos del lado del Estado en su necesidad de definir las reglas de juego de la economía frente a una aparente diversidad de sectores que confluyen en el liderazgo de los grupos monopólicos de la economía ligados a los intereses agropecuarios. En este sentido es que apoyamos al gobierno que encabeza Cristina Fernández de Kirchner. Sin nada que condicione ese apoyo en esta coyuntura. Un gobierno para con el cual tenemos reclamos que no dejaremos de expresar, pero que, en modo alguno, pueden ser un factor que debilite la convicción de que se debe definir de qué lado se está en esta discusión que excede a las retenciones y se adentra en la disputa por decidir si el Estado –conducido por quienes fueron elegidos democráticamente– puede imponer políticas que tiendan a la construcción de una sociedad diferente a la que imaginan los sectores del poder económico concentrado.
Al Gobierno le reclamamos por la redistribución de la riqueza que en su concreción está por debajo de las posibilidades en una inmejorable situación económica. Le reclamamos por los insuficientes avances en la lucha contra la marginación y la pobreza estructural y por una política que defienda positivamente la explotación de nuestros recursos naturales. También le reclamamos que el gravamen de las retenciones –que compartimos– pueda verse reflejado en el consumo interno, por ejemplo disminuyendo el IVA a los productos básicos, y que el combate a la inflación tenga en la mira la defensa de los intereses de usuarios y consumidores. Pero a la vez que destacamos estos reclamos al Gobierno, le reconocemos logros significativos e impensados hasta hace no mucho tiempo, en lo que hace a la economía, los derechos humanos, la salud y la educación y la recuperación de la política.
Confrontando con el Gobierno está la “derecha” tradicional, los resabios de la dictadura, los intereses del capital más concentrado, los oportunistas que especulan con resultados electorales y los sectores medios urbanos que, salvaguardados de vaivenes económicos, se enfrentan al Gobierno por disentir con sus modos, constatar que la corrupción no puede ser desterrada del espacio público y desaprobar la supervivencia de dirigentes sindicales cuyas prácticas generan gran resistencia. Podríamos sintetizar el debate diciendo que se enfrentan nuevamente en
Nestor Vicente. Página 12
Muy buen artículo y muy interesante y constructiva la posición de Vicente.
ResponderEliminarEsta en las antípodas de otro exponente de la izquierda argentina. Hoy también escribio en Página12 el Sr. Altamira, se lo lee bastante desorientado, y logra escribir muchisimas palabras para no decir nada..
felicitaciones por el espacio.
mmiskov@hotmail.com
Altamira y marxismo ilustrado concluyó que esta "es una pelea entre capitalistas" y listo. No le pidas más.
ResponderEliminarLa unica izquierda valiosa es la que reconoció al peronismo. los demas no existen