La deferencia

Los historiadores norteamericanos acuñaron un término "deferencia" (deference) para estudiar a las sociedades pre-industriales. La deferencia puede ser entendida como la creencia, ampliamente extendida en toda la sociedad, de que hay en ella "superiores" e "inferiores". Desde que fuera empleado este término, ha sido subrayado que la "deferencia" es algo en lo que también creen los "inferiores": una sociedad deferente es aquella en la cual manda el "superior" y el "inferior" obedece convencido del derecho que tiene el "superior" de mandar. A su vez, como una suerte de "efecto cascada", el "inferior" replica su conducta para con otros "inferiores" a él (o ella). En las sociedades capitalistas, los ancianos, las mujeres y los niños de las clases más humildes están en la base del entramado deferencial. La deferencia es considerada un "orden natural". Desde luego, tiene todo de "orden" y nada de "natural" y ha sido frecuentemente utilizada en la política. A los seguidores de Yrigoyen se le llamaba "chusma" (o sea, la parte del ejército indio que no entraba en combate -ancianos, mujeres y niños-). Un componente significativo de la victoria de Cambiemos está afincado en la restauración del "orden natural de las cosas": recibe dinero el que trabaja (no la mujer que se embaraza), recibe una jubilación quien ha trabajado (y ser ama de casa no es un trabajo), etc, etc. El kirchnerismo, en la línea más vinculada al peronismo histórico, rompió en muchos aspectos la deferencia, el orden natural de las cosas. Y Macri viene a ser su némesis. Cuando fue el golpe de 1955, Ernesto Sábato vio, estando en Salta, cómo dos indias lloraban escondidas en la antecocina de una casa donde en el salón se celebraba con champagne la caída de Perón. Sé que hoy (ahora mismo) hay gente que está llorando la victoria de Macri. También en esto, el "cambio" no es más que un retorno.

Gustavo Castagnola

2 comentarios:

  1. Amigo, creo que no debemos contribuir a crear un ambiente de catástrofe. No nosotros. Ese entorno de "todo mal" tuvimos que soportarlo a lo largo de los mejores doce años que Argentina disfrutó desde el 16 de setiembre de 1955. Y no fue por responsabilidad o culpa nuestra.

    El resultado de la elección dió como vencedor a la Alianza Cambiemos. Por un margen mínimo inferior a 3 puntos, pero ello no obstante, determinó que hubo un ganador y un perdedor. Es sencillo darse cuenta de que no hubo derrota "contundente" ni "por goleada", como seguramente algunos esperaron. La estrecha diferencia nos ubica a la mitad como importantísima oposición controlante y al triunfador como la otra mitad con muy pequeños límites de acción que únicamente podrá sortear recurriendo a VETOS y DNUs. O acordando políticas si es que además de la legalidad también aspira a la legitimidad de su victoria.

    Hay mucho en juego, ya que las realizaciones de los últimos tres gobiernos son inocultables y han beneficiado a la mayoría de la población, en todos sus niveles. Y se trató del único modelo que en los últimos 60 años marchó en la misma dirección y el mismo sentido. Y esta circunstancia tan infrecuente en nuestra historia contribuyó como mérito especial en crear la idea de que ciertas conquistas ya están consolidadas y no podrán perderse. Una gran porción del electorado NO ESTÁ ACOSTUMBRADO a la pérdida de derechos. Y esta característica virtuosa del FPV ha jugado en favor de los ganadores.

    Por otra parte, es la primera oportunidad en que la derecha accede al gobierno nacional por medio de elecciones libres y democráticas. Y no es poca cosa para un país que a lo largo de más de cincuenta años casi no vió gobiernos concluyendo sus mandatos y traspasando sus atributos a otro gobierno, en forma normal.

    De ahora en adelante, al menos durante los próximos cuatro años, es la derecha la que tiene la misión de gobernar el país, su ciudad capital y su principal estado provincial. Quienes deben demostrar cómo funciona la "revolución de la alegría", son ellos.

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  2. Me parece una buena descripción de una parte de lo que fue la noticia ayer, y es cierto, muchos lloraron y otros festejaron con champán no muy lejos, en el cuartel ganador y paradójicamente algunos (muchos) que celebraban con algarabía debieran dejarse tomar por el llanto si tuvieran algo de conciencia. Tal vez más adelante... Salud!

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